No sé si Alexandre Kojève
tenía en mente algo así cuando, reinterpretando a Hegel, formuló su tesis sobre
el deseo de reconocimiento que mueve el mundo. Pero esta mañana, esta mañana de
colores del 28 de junio de 2024, me ha sucedido algo que da por colmada
cualquier expectativa que pueda tener para el tiempo que me quede (todavía me
queda) en esta actividad; la del periodismo, digo.
Iba por la calle, cruzaba es Born y me he dado la vuelta para atender la
llamada de alguien. "Torres, soy la voz de ultratumba que te respondió
desde La Expeditiva", me ha dicho un hombre. Y ha añadido: "Soy Tomeu
Miralles". Y es cuando he recordado un artículo de jueves que publiqué
hace un tiempo en Última Hora ( el enlace es este: https://www.ultimahora.es/opinion/tribuna/2024/04/12/2142083/huella-tiempo.html )
y eso ha hecho que me olvidara de hacia dónde iba Me ha preguntado que si
tenía un momento, le he dicho que sí y me ha contado que guardaba algo,
que si podía le acompañara y me lo daba. "No es mucho, sólo un recuerdo de
La Expeditiva", ha comentado mientras me presentaba a Anne, que es su
esposa, inglesa, y que también trabajó en aquel lugar. Hemos
hablado de mi abuela (de pequeño yo la acompañaba a ese lugar pues era al
que llevaba los paquetes que, una o dos veces al año, enviaba su pueblo) y de
cómo han cambiado las cosas desde entonces. Y me ha seguido hablando del
escrito de marzo.
He vuelto a entrar en La Expeditiva. Parte del local sigue como el que se quedó
en mis recuerdos. Tomeu Miralles se ha metido a una dependencia interior (los secretos de las trastiendas) y ha regresado con un cartel, que tiene
70 años, me ha dicho -es un cartel de promoción, escrito en varios idiomas, de esa "agencia de envíos postales"- y que, tras entregármelo, él mismo le ha dado forma de rulo para que me lo llevara porque, ha precisado, si se dobla de otra manera deja marcas
y se estropea. Y a éste ha añadido un impreso de
publicidad de esos mismos años, y que también ha querido regalarme.
He vuelto a la cotidianidad con ese cargamento que es un tesoro y he vuelto
a seguir haciéndome preguntas sobre esta actividad tan loca, la del periodismo,
que a veces me desquicia. Por ejemplo (el catálogo es amplio), me desquicia
cierta falta de comprensión lectora, cierto, pero también que no sepamos
explicarnos. Si no te entienden, lo primero que cabe deducir es que quizá no te
estás explicando bien. Sin que eso nos libere, claro, de la
responsabilidad de haber aceptado escribir para las redes en lugar de para la
gente que puede, si quiere, organizarse en redes. Y lo de esta mañana me ha
resultado muy útil y satisfactorio.
Y en esas estoy y aquí sigo, aunque pensando ya en la pausa de mitad de julio
y con el convencimiento de que hay días con sus pequeños momentos
que ayudan a despejar, y hasta compensar, las dudas de los otros. Y
qué decir si es una voz de ultratumba quien te lo recuerda como si
fuera el mensaje metido en una botella.
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