Pedro J. ya había iniciado sus vacaciones en Mallorca aquel 10 de julio de 1999 en que el Consejo Político de Unió Mallorquina (UM) anunció que apoyaría al socialista Antich como candidato a la Presidencia del Govern y, esa tarde, se pasó por la redacción del periódico en Palma. El periódico había salido con un gran titular en la primera página. El siguiente: 'UM, a punto de rechazar la mejor oferta realizada por el PP a una autonomía'.
La información, y hasta el modo de presentarla, era muy parecida a la de otros medios. No sé cómo debió ser la tarde en UH o DM pero sí cómo había sido la de El Mundo de Baleares, que para entonces dirigía Luis Fidalgo. Recuerdo que, en algún momento, entré con Tomás Bordoy al despacho de Fidalgo y hablamos. Aquellos días, desde las elecciones autonómicas del 12 de junio en que el PP se quedó sin mayoría absoluta, fueron días de mucho despacho. Había una doble entrada de información. De una parte, la que ibas consiguiendo por ahí, en ruedas de prensa, conversaciones y llamadas. Y, de otra, la que te llegaba directamente al periódico. Llegaba del Consolat de Mar o 'de Madrid'.
Los periódicos 'de Madrid' - en una época sin Twitter ni Face-, las teles y las radios habían convertido a Baleares en protagonista. El ABC, La Razón y la Cope llevaban informaciones incendiarias, hablaban de 'Bofetada a la democracia en Baleares' y, en general, daban lecciones de todo. El País, más 'independiente' y discreto, también incluía esa información facilitada desde el poder pero la difuminaba con otras. El País siempre ha tenido un no sé qué para estas cosas.
Ni entonces, ni años después cuando puedo escribir con cierta perspectiva de todo aquello, logro entender qué tenía Baleares y su gobierno autonómico para que se promoviera aquella operación que intentó impedir que se formara un gobierno de izquierdas en las Islas. Los medios pontificaban de todos los males que podían llegar a esta comunidad y daban lecciones. Imaginen a 13TV hablando de Podemos. Pues eso ocurría en 1999 en relación a Baleares.
El 18 de julio, cuando casi estaba resuelto todo lo que pretendo recordar, Leonor Taboada publicó una columna en El Mundo de Baleares Se llamaba 'El ocaso de los popes' y arrancaba así: "De ahora en más, hombres y mujeres de estas Islas, tenemos derecho a no creer nada de lo que nos cuenten desde Madrid". Taboada, que es un referente en el feminismo y en la lucha por la visibilización de las mujeres (http://jutobla.blogspot.com.es/2013/03/la-maleta-del-8-de-marzo-la-epopeya-de.html) era columnista del periódico desde que, años atrás, cuando se llamaba El Día 16, Tomás Bordoy le planteó una arriesgada apuesta y le encargó la contraportada de los sábados con una sección de análisis de lo que publicaban las revistas del corazón. Taboada, aquel día de julio, reflexionaba sobre el estrepitoso fracaso de 'los columnistas habituales' de Madrid a la hora de anticipar lo que iba a ocurrir en la política balear. Y concluía: "Las elecciones de Baleares han demostrado también que la estrategia de gastarse el dinero público en campañas de autobombo no funciona, y que la estúpida opinión pública no es tan estúpida. Han fallado los popes del periodismo y han fracasado estrepitosamente los de la propaganda y la publicidad".
Creo que nunca veré nada igual a aquello que viví en los días que fueron del 12 de junio al 3 de agosto, cuando se cerró todo el baile de cambios y yo me fui de vacaciones. No recuerdo muy bien si Tomás estaba en la redacción la tarde del 10 de julio cuando entré al despacho del director y me senté con Pedro J. para hablar de UM, de lo que había pasado esa mañana, de lo que ese partido significa para la política balear y sobre cuál sería el gran titular de la portada del día siguiente. El director de El Mundo escuchaba y, a la vez, miraba fotos y hablaba con Fidalgo. Preguntaba, gesticulaba, emitía un curioso sonido al respirar que otros han relatado en libros y aparentaba seguridad en sí mismo. Era como si lo controlara todo, como si tuviera el mundo en sus manos. En pocos minutos resolvió (para mi asombro) dos portadas de periódico, la que saldría al día siguiente en Baleares y la de Madrid. Cogió una planilla, garabateó algo, miró a Fidalgo y dictó: 'Munar desdeña la oferta del PP y apoya inicialmente a Antich'. Había reservado un espacio para un pie de foto con información. Le recuerdo pensando, mirándonos y decidiendo el titularcillo: 'El desquite de Munar'. Ahí, en ese pie que había que redactar, se contaría cómo Munar se vengaba, con ese pacto, de un lejano día de 1992 en que Cañellas la echó del Govern. Y Pedro J, mientras, decidía el titular grande de 'nuestra' portada, daba con el que El Mundo iba a colocar para el resto de país, en la edición nacional: 'Un pequeño partido de centro derecha entrega Baleares al Psoe'. Si algo aprendí a mi paso por ese periódico fue la importancia de las fotos comentadas.
Nunca olvidaré aquella tarde, ni otras muchas tardes de aquellas semanas intensas en que todos los poderes del Estado parecían conjurarse para que Jaume Matas siguiera gobernando en Baleares.
Lo que llegó a ofrecer el PP a Unió Mallorquina se publicaba en la edición del 10 de julio que teníamos sobre la mesa cuando Pedro Jota decidía una 'primera' que a mí me parecía histórica. Aznar había ofrecido a Baleares competencias de las 'comunidades históricas', instituciones penitenciarias, policía autonómica, gestión del IVA e impuestos especiales; además de inversiones estatales de 100.000 millones de pesetas en cuatro años y un presupuesto autonómico nunca visto. Además de que UM eligiera la presidencia de la caja de ahorros ‘Sa Nostra’ y otras zarandajas. Todo para que el PP de Matas siguiera en el poder. Pero UM dijo no (Munar se negó a que Javier Arenas le entregara la propuesta personalmente) y apoyó 'inicialmente' a Antich.
En aquella reunión también hablamos de Itema, la 'ITV de UM' que bien podría ser el inicio de un modo de operar que luego marcaría la política insular. Un resumen de aquella historia se publicó coincidiendo con la toma de posesión de Maximiliano Morales como presidente del Parlament. Morales anda estos días de 2014 enfrascado en sus memorias. Y aprovecho la ocasión para aclarar algo: que yo no maté a Liberty Valance. Es decir, que la primera información relacionando la destitución de Munar por Cañellas en 1992 con Itema no la firmaba yo. Es cierto que, en noviembre del 92, ya indagaba esa historia y participé en darle trascendencia. Pero aquella información del 25 de noviembre estaba firmada por dos buenos amigos periodistas que ya han fallecido: Macià Riera y Joan Pericàs. Suyo es el mérito.
Y basta por hoy. Vamos a quedarnos en aquellos días de complejos pactos y relaciones apasionantes entre el mundo de la política y los medios que desembocaron, a finales de julio de 1999, en la toma de posesión del socialista Antich como presidente de Baleares. ¿Qué pasó luego?, ¿Por qué Pedro J. escribió una carta dominical en agosto de 2002 defendiendo 'una boda' entre Matas y Munar (la llamó 'La boda que necesita Baleares'), ¿por qué el combativo libro de Esteban Urreiztieta (Mallorca es nostra, La Esfera de los libros, Madrid, 2011) pasa por encima de este asunto? ¿Por qué Eduardo Inda se cree Cristóbal Colón? Son historias que intento recopilar en esta Caja de Cosas.
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