Éramos periodistas, íbamos a comernos el mundo y, pasada cierta hora de la tarde, también a bebérnoslo. A Mariló Suárez , que se sentaba a mi lado, la llamábamos 'la Praviana'. Posiblemente fue una ocurrencia de Jaime Jiménez que luego perduró. Además de reportera del 'Baleares', Mariló era la corresponsal del ‘Diario 16’. Siempre, en algún momento de la jornada, agarraba el auricular del teléfono, se ajustaba las gafas y le oía decir: “Un cobro revertido con Madrid, por favor”. Contactaba con una secretaria y dictaba sus crónicas. Años después, 'la Suárez', que también la llamaba así, publicó una biografía de Joaquín Almunia (‘Los secretos de Almunia’, Alba Editorial SL, Barcelona, 1998) y, mucho más tarde, un libro (‘Los Ortiz,’ La Esfera de los Libros, Madrid, 2006 ) sobre la familia de la princesa Letizia, asturiana como ella. Pero en 1984 aún faltaba mucho para todo eso.
Mariló no era entonces la única que, en aquel ‘Baleares’, simultaneaba el periodismo local con una corresponsalía . También estaba Juan Pasarón, corresponsal de ‘El País’. Hasta yo fui corresponsal. Corresponsal del diario 'mas rojo' de España, el diario ‘Liberación’. Su vida fue breve. El primer número se publicó el 9 de octubre de 1984 y el último el 20 de marzo del año siguiente. Editado por una cooperativa que había lanzado un 'manifiesto', se presentaba como 'el primer diario a la izquierda del país', un guiño claro para marcar distancias con el periódico de Prisa que, para entonces aún no había incorporado el acento a la ‘i’ de su cabecera. Aquel periódico, tanto por la concepción del proyecto como por el espacio que pretendía ocupar, podría compararse a ‘La Marea’, de 2013 o a su antecesor de papel, ‘Público’.
La verdadera historia de ‘Liberación’ está contada en un libro (Liberación. Desolación de la utopía, Ediciones Libertarias, Madrid, 1985) escrito por Andrés Sorel, presidente de aquella cooperativa, meses después del cerrojazo. Un libro que alude, incluso, a algo que como 'corresponsales' vivimos muy de cerca en Mallorca: la llegada, por sorpresa, del coronel líbio Moammar El Gadhafi en diciembre de 1984. Según me enteré por el libro de Sorel, mientras pasábamos nuestras crónicas sobre aquel insólito hecho acaecido en Mallorca (Gadafi, Felipe González y Bruno Kreisky reunidos sin previo aviso en Santa Ponça) , en ‘Liberación’ se estaba desarrollando una negociación de altura: una comisión de la cooperativa que lo editaba había viajado a Trípoli ¡en busca de un acuerdo de colaboración que diera garantías a la supervivencia económica del proyecto! Naturalmente, no fue posible. Seguramente, el último número de ‘Liberación’ fue el más vendido y hubo lamentos sobre lo que suponía que 'se apagara una voz' en el universo de la prensa libre. Como es de rigor, conservo aquel último ejemplar en mi almacén de banderas rotas.
Pero entonces yo estaba en otra historia. Me había cruzado, informativamente hablando, con el primer gran caso de corrupción del Gobierno autónomo, el ‘caso Zeus y Torcal’. En resumen: presidente de Gobierno encarga a empresa familiar obras de reforma en dependencias de la Administración autonómica. Nada nuevo visto desde hoy. Ni que decir tiene que mis crónicas para ‘Liberación’ (sobre esa historia o sobre otras) siempre iban más allá de las que publicaba en el ‘Baleares’. Y eso que, en aquella época, la relación entre la empresa editora y el Consolat de la Mar (la sede de la Presidencia) no era especialmente buena. Aquel caso fue mi primera oportunidad para conocer de cerca los entresijos que marcan las relaciones entre medios y política.
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Estaba ya en ‘El Día' (no sé si ya era DÍa del Mundo o Día 16) cuando me dijeron algo que quienes se han dedicado a todo esto han escuchado en algún momento y, casi siempre, en tono de amonestación. Son siete palabras que, generalmente, van entre signos de interrogación: “¿Es que no sabes quién te paga?” A mí me lo preguntó el presidente Gabriel Cañellas y lo hizo precedido de un añadido difícil de olvidar. La frase concreta fue “Cabrón, ¿es que no sabes quién te paga?” Bastará recordar (para enmarcar ese comentario) que Cañellas, a la vez que presidía la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, era presidente de una fundación privada que, curiosamente, también se llamaba Islas Baleares. Era la Fundació Illes Balears, financiada por hoteleros, cajas de ahorro, proveedores y concesionarios del gobierno, grupos publicitarios y, lógicamente, los medios de comunicación; entre otros el medio para el que yo trabajaba. Aquel día, en el periódico, aparecía publicada una información sobre su Fundación y al president no le gustó.
En la segunda mitad de los ochenta, la primera filtración sobre el nacimiento de esa Fundación había partido del gabinete de prensa del Ejecutivo. Una prueba de página, con titular incluido, llegó por fax desde un medio de comunicación al Consolat y allí se dio el visto bueno a su publicación. Supongo que, por eso, el president se vio en la obligación de recordarme que el dueño del periódico, el hotelero Gabriel Barceló, era uno de los principales patronos de la Fundació Illes Balears.
Nunca he estado del lado de quienes han visto en el estilo del primer presidente de Baleares el de la persona que necesitaría ahora , en la época de presidente Bauzá, el PP balear para pacificar el partido. Siempre he desconfiado de esa imagen con la que se le quiere reivindicar como ‘regionalista’ pegado a la tierra y ‘presidente bonachón’. Cañellas, con el apoyo de quienes le sostuvieron entre 1983 y 1995, fue culpable solidario de todo lo que vino después. Baleares SA, expresión acuñada por Andreu Manresa y que luego llevó a un libro en que recopilaba sus crónicas (‘Baleares SA: lo ha dicho El País, Res Pública, 1998) nació con Cañellas y sólo cuando dejó la presidencia empezaron a darse las condiciones para que aquel entramado de intereses emergiera y fuera derrumbándose. También, a partir de ahí, se inició un ‘reposicionamiento’ de todos los medios de comunicación. Pero los cascotes de la demolición de Baleares SA y de su filial mallorquina de contratas aún siguen trajinándose por los juzgados.
Soy yo, aunque aparezco bajo el nombre de mi hija. M e dice que mañana crea mi propio blog, no sé si llamarme Lady Praviana o Lady Genebre, tengo dudas.
ResponderEliminarA veces, me siento a solas, pienso que todo el entramado de la corrupción de AP/PP se inició en las Baleares, un lugar remoto, con escasos ojos vigilantes y todas las fueras vivas implicadas en la creación de lo que llamas Baleares S.A. Y después se extendió con impunidad por Valencia, y el Mediterráneo. Y entonces ya sabes porqué en este país no puede triunfar un medio independiente y menos aún de izquierdas. Gracias por dedicarme tu escrito. Brindemos por ello con una de esas margaritas que luego nos hacia liberar los peces que nos regalaban los peperos. ¡Hay que ser cutres!
jaja, mariló... ¡lo de los peces! Lo había olvidado. Espero tu blog
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