domingo, 31 de marzo de 2013

El escaparate de Inda


(Este texto, al igual que otros por el estilo,  forma parte de un proyecto de algo, no sé de qué ,  aprovecho para dejarlo por aquí )
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Año 2002. Las referencias sobre Eduardo Inda no podían ser peores. Antes de desembarcar en El Mundo/El Día de Baleares, que se editaba en Palma, había dirigido la edición del periódico en Eivissa.
La edición de Eivissa no era en puridad una delegación de El Mundo de Pedro J. Es decir, que no formaba parte, exactamente, del proyecto fundacional del diario. Era un periódico montado por un sector del PP en las Pitiusas y empresarios turísticos de la Isla contrarios, de hecho, a algunos de los postulados que El Mundo decía defender en su línea editorial. Desde el principio, eso sí, fue un periódico “antipacte” y especialmente anti Pilar Costa pese a que ni al PP ni a los empresarios ibicencos que financiaron el proyecto les gustó el estilo de la nueva cabecera.
Lo que hacía el periódico –sin el apoyo, cuando no con la oposición, de la dirección de Mallorca- era trasladar el estilo “agresivo” que el diario de Pedro J. utilizó en la última etapa de Felipe González. A falta de escándalos sonados como los Gal, Ibercorp o los papeles del Cesid, hubo que recurrir a otros asuntos más de andar por casa que desconcertaron, incluso, a los patronos del proyecto y a sus valedores políticos. El propio líder del PP, el entonces coordinador del partido, Josep Juan Cardona llegó a quejarse de que Inda pretendiera marcarle como debía ser su estrategia política y parlamentaria. El Mundo sacaba un tema y el PP debía llevarlo al Parlament. Estas cosas funcionan así. Sobre todo si se habla de información política.

Quizá se debiera a su carácter peculiar, quizá a la tupida red de intereses, a las complicidades que da el hecho de ser Islas o la cultura mediterránea. Lo que, en aquellos años, parecía bastante claro es que había  un tipo de periodismo que podía  tener éxito en Madrid y que no funcionaba  ni en Cataluña ni en Baleares. En Cataluña, el nacionalismo de Pujol supo aprovecharse bien de la forma de ser catalana y nadie, durante años y años, se atrevió a salirse del guión aceptado por todos los medios. Con la idea de romper este estilo, tan propio de Baleares, llegó Inda; primero a Eivissa y luego a Palma.

Aparentemente, la estrategia del director no iba ni con el 'espíritu balear' del momento (recién empezado el siglo XXI)  ni siquiera con el ibicenco. Titulares agresivos, grandes historias sobre noticias que no lo eran, explotación diaria de asuntos que se habían agotado (a veces desmentido) el mismo día de su publicación, afortunada elección de frases pegadizas para mantener vivos los temas, como “la web del Govern que enseña a drogarse” para referirse al patrocinio desde la Conselleria de Bienestar Social de una web sobre toxicomanías, marcaban el día a día. Ese asunto, “la web del Govern que enseña a drogarse”, se convirtió en una cruzada personal de Inda. La verdad es que, por la novedad del estilo, la gente hablaba de El Mundo e incluso se seguían las noticias. Hasta algún líder político llegó a ver útil el estilo  del diario en Eivissa, aunque no fueran precisamente los políticos del PP. “Es mi cruz” comentó el entonces ministro Jaume Matas a quien (en teoría), el periódico, debía allanarle el regreso a la presidencia del Govern en las elecciones de 2003.
Paradójicamente, el político con quien mejor relación llegó a tener Eduardo Inda fue el diputado verde Joan Buades. A ambos les unía la crítica feroz a la presidenta insular, Pilar Costa a quien el director bautizó como “la jefa”. La primera vez que Joan Buades visitó la redacción del diario en Eivissa se extrañó mucho de ver colgadas en las paredes páginas con su foto y anotaciones a mano al estilo de “muy bien, Joan”, “dales” y cosas por el estilo.
El director lo comentó un día: “A mí no me interesa ni el PP, ni el PSOE, ni ningún partido, lo que yo quiero son titulares que vendan”. Por eso daba varias vueltas de tuerca a los titulares. Los titulares (con muy buen criterio, por cierto) eran la obsesión de Inda. Lo tenía bastante claro y una vez lo explicó así: de nada te sirve tener la mejor tienda de diseño sin un buen escaparte.

No es que la teoría fuera mala.  Es que no la supo aplicar. Con la distancia, cuando se pueda analizar El Mundo de Inda (sobre todo el de Mallorca) habrá que señalar dos características que fueron las que llevaron, entre otras causas a la desmotivación (y finalmente abandono) de una parte de la, en general, muy excelente Redacción: el desprecio a los matices y la desconfianza en el producto final.
La gente de la Redacción lo debatió mucho, sobre todo en los días previos a la “fuga”. La dinámica de los periódicos es perversa. O te implicas o no te implicas y si te implicas puedes terminar por asumir todo lo que venga. El Mundo nunca llegó a publicar una mentira total. Lo que sucede es que no publicar una mentira no es sinónimo de publicar la verdad. La dinámica del trabajo en las redacciones te lleva a aceptar ese hecho. Un titular, se dice, es la interpretación de un texto pero nunca cabe en un titular todo lo que se quiere decir y el titular debe resumir. El famoso escaparate.
Cuando en un escaparate se da el mismo valor a todos los productos, cuando no se distinguen ni se ordenan, se termina por no saber qué es lo que se quiere vender. Atendiendo sólo a los presuntos gustos del público, la calidad es imposible. En las páginas de un periódico –una perversa herencia de las televisiones- pueden aparecer correlativamente noticias como el asesinato de una mujer, la eliminación o el triunfo de un lugareño en un concurso de la televisión, la última intervención del presidente del Gobierno o los datos del paro. Eso fue lo que le pasó a El Mundo donde, además, a la hora de los análisis todo se dividía en buenos y malos. Y los malos, en general eran siempre los mismos. Sin matices.

En Agosto de 2002 –tras la salida paralela del anterior director y del gerente, que sólo se explicaría algún tiempo después- Eduardo Inda desembarcó en Palma. Su primer artículo firmado, el 18 de ese mes, en su columna semanal Los Puntos sobre las Ìes, llevaba por título 'Vientos de Cambio 'y en él avanzaba que “Seguiremos siendo, con más intensidad si cabe, el pepito grillo de la sociedad balear, el altavoz de lo que otros callan”.
Leído así (y como ocurre siempre con los textos genéricos), una excelente declaración de principios. Sin embargo, había algo más.

domingo, 10 de marzo de 2013

El PSOE como problema

Lo peor que le podía pasar al PSOE es lo que le está pasando: que prácticamente nadie, más allá de su militancia más entusiasta y de quienes se encargan ahora de defender sus propuestas desde la oposición, se lo imagine gobernando. Cuando eso ocurre, cuando un asunto tiene que ver más con los sentimientos que con la realidad objetiva, hay poco que hacer. Que con la que está cayendo, cueste imaginar al Partido Socialista gobernando, permite aventurar que se puede llegar a conformar una buena oposición pero poco más. Conozco a gente que, incluso ahora, no votaría al PSOE aunque lo haya hecho en momentos que podrían llegar a compararse con el actual. Hay quien llega a imaginar que el PSOE, e incluso el PSIB, puede alcanzar algún gobierno. Ha pasado en Ponferrada, podría pasar en alguna comunidad y, también aquí, sucedió en épocas pasadas. Pero, a  la larga, ese tipo de atajos, se demuestran totalmente inútiles.

jueves, 7 de marzo de 2013

La maleta del 8 de marzo (La epopeya de las mujeres contada en los días del Govern de hombres)

Hubo una vez un país en que cada 8 de marzo, como el de este año,  era casi una obligación salir a pasear con la misma maleta. Era uno de los pocos países del mundo sin mujeres en el Gobierno. Y eso que, años atrás, las mujeres estuvieron  en primera línea y hasta consiguieron remover estructuras que parecían inamovibles y pusieron las bases para una transformación de  las costumbres yel modo de actuar que luego se incorporaron a la leyes. Aquel país, región o comunidad autónoma, se llamaba Baleares. Y aquel movimiento de la mujeres que, cada 8 de marzo, salía con su maleta cargada de argumentos y pequeñas victorias,  se llamó feminismo.
Hola, pasen y vean parte de lo que contiene esa maleta. Quizá  coincidirán, o no, que resulta totalmente incompresible que exista un gobierno sin mujeres a estas alturas del siglo.  Baleares fue pionera en la lucha por el poder de las mujeres. Llega otro 8 de marzo,  quizá  hay espacio para la reflexión y para preguntarse si  aún es momento para seguir reivindicando como hace más de 30 años.    
El texto es largo y sólo se centra en cómo empezó todo esto.
Aunque al iniciarse la transición la mayoría de partidos políticos de la izquierda de las Islas crearon grupos específicos para mujeres y llevaron a sus primeros programas electorales las reivindicaciones del movimiento feminista, no fueron los partidos sino los colectivos de mujeres (y por lo que se refiere a Mallorca, la acción individual de éstas), quienes sentaron las bases de la profunda transformación que iba a producirse en todo el país y que en este 2013   todavía no se ha completado y hasta corre el riesgo de retroceder.
La Assamblea de Dones, el Colectivo Pelvis, Cotorras Alegres, el GAD, libros como el Cuaderno Feminista, revistas como Lluc, manifestaciones como las que se celebraron en Palma tras el asesinato, en 1979, de una guía turística holandesa, la apertura y posterior clausura del primer centro municipal de planificación familiar o la imposibilidad de que cuajara un partido feminista son algunas de las referencias que definen la lucha de las mujeres en Balears.
Las Naciones Unidas eligieron el año 1975 como Año Internacional de la Mujer pero en España, y en Balears, ese fue, sobre todo, el año de la muerte de Franco. Las mujeres ya habían empezado a organizarse antes pero 1975 es una referencia obligada para poner un punto de partida al feminismo.
Con anterioridad se habían constituido en las Islas dos organizaciones “de mujeres” (la Assocciació de Dones Empresarias y, a finales de los sesenta, una asociación de consumidorasNuredduna) y aunque la incipiente oposición al franquismo servía de encuentro a las mujeres más comprometidas, sólo después de la muerte del dictador se celebraron dos encuentros decisivos: las primeras Jornadas Feministas de Madrid y , en Barcelona, las Jornadas Catalanes de la Dona. Consecuencia de ambas reuniones fue la creación en Palma de la Associació de Dones de Mallorca.
Aunque la sociedad de Baleares, especialmente la de Mallorca es básicamente matriarcal (un dato que siempre se ha utilizado como coartada por parte de la población masculina) , lo cierto es que el año de la muerte de Franco, la realidad insular no se diferenciaba demasiado de la que podía vivirse en otras provincias españolas.
Un informe del gabinete de estudios sociológicos Gadeso, publicado en 1975 y citado por Esperanza Bosch, (Historia de les Dones als Països Catalans) constataba que para un 56% de las mujeres su papel más relevante era casarse y ser una buena madre de familia.
Este era el punto de partida de un movimiento, el movimiento feminista que aun antes de nacer como tal, tuvo que enfrentarse a dos situaciones contrapuestas: de un lado, el inmovilismo de la derecha y, de otro, las dudas de la propia izquierda. ¿Era más importante conseguir la democracia y que se celebraran elecciones o había que ocuparse primero de liberar a la mujer?
La Associació de Dones de Mallorca, a la que se sumaron mujeres de todos los partidos de izquierda, además de sindicalistas, empresarias y profesionales de diversos ámbitos, sirvió ya para afrontar este primer debate.
En ese foro, y a la vez que se discutía su posicionamiento “como mujeres” ante cualquier tipo de movilización de la época, se abordaron todos los puntos de vista y se armaron discursos y estrategias para abordar los retos más urgentes: divorcio, aborto, liberalización sexual, salud y organización política.
Al igual que sucedió en otros puntos del Estado, la propuesta de unificar todo el programa feminista en un solo partido, según el modelo de Lidia Falcón, no llegó a cuajar en las Islas. Unas optaron por la militancia en partidos y otras orientaron su causa a la salud y a la planificación familiar. Todo iba muy deprisa e incluso años después puede sorprender la intensidad de las discusiones e incluso las propuestas para darse a conocer.
Pese a que todos los partidos y después los sindicatos, se apresuraron a formar grupos de mujeres, “las feministas” consiguieron su proyección pública al margen de los partidos, incluso provocándoles. Hay dos ejemplos significativos: el Colectivo Pelvis y Las Cotorras Alegres. No se puede abordar el feminismo de la transición, sin estos dos referentes.
El Moviment Feminista Independent, escisión de otro grupo feminista, es más conocido por el nombre que adoptó su publicación, Las Cotorras Alegres. Estaba promovido entre otras por Teresa Mayol, Dolores Montero y, básicamente, por Teresa Nieto, vinculada a la lucha sindical y que llegó a reunir a 18 mujeres en permanente activismo, entre ellas “tres madres solteras”, según explicaba ella misma en la prensa de la época. “El opresor es el sistema capitalista”, “todos los partidos tienen en este momento un carácter machista”, se explicaba desde una publicación en la que la libertad sexual se presentaba como una necesidad inmediata.
Los dos grupos, el que editaba Las Cotorras Alegres y el otro grupo que surgió casi simultáneamente, el Colectivo Pelvis (que en principio iba a llamarse Colectivo Clítoris) mantenían propuestas divergentes aunque cuando cerró la publicación de Las Cotorras Alegres hubo muestras de solidaridad.
En el origen de Pelvis estaba la mano de Leonor Taboada, periodista argentina experta en salud, que llegó a España en 1973 y que tras pasar por Barcelona y Madrid, se instaló definitivamente en Mallorca, para convertirse en una de las figuras fundamentales del feminismo, no sólo de las Islas sino , en general, de toda España.    
Autora del Cuaderno Feminista (1978), había colaborado en Estados Unidos con el Colectivo de Mujeres de Boston, encargándose de la edición para la población hispanohablante, y luego de la versión para España, de la que se considera “Biblia del feminismo”, el libro “Our Bodiesour selves” , en castellano “Nuestros Cuerpos, nuestros Vidas”.
Taboada,; la galerista y activista política, Nini Quetglas; la ginecóloga (en la época, estudiante de medicina) Jimena Jiménez, y la terapeuta Malén Cirerol fundaron el Colectivo Pelvis en 1976, en plena ebullición política y de demanda de nuevos espacios de comunicación. Este colectivo, que años después se reconvirtió en la Associació de Dones per a la Salut y más tarde en la Asociación de Mujeres para la Salud (de ámbito estatal) , puso las bases de lo que luego fue la planificación familiar y la atención integral de las mujeres.
Su primeras reuniones se celebraban en domicilios particulares y el modo de contactar con ellas era el boca a oreja. Mujeres de diferentes estratos sociales acudían a las reuniones en las que, por ejemplo, se enseñaba a las mujeres a observar su vagina con un espéculo y se facilitaba orientación sexual y médica. En el activismo de Pelvis, que no se limitaba sólo a Balears (dieron conferencias por todo el país), y en su modo de actuar está el origen de los centros de planificación que se pusieron en marcha cuando los socialistas llegaron al poder municipal (1979).
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Las feministas del Grupo Pelvis habían irrumpido en la primera campaña electoral, la de 1977, como una opción al margen de los partidos. De hecho, “las pelvis”, que es como se autodenominaban, estuvieron presentes en todos los grandes mítines que se celebraron en la capital balear.. Acudieron a los actos públicos de Fraga, de Carrillo, de González y de Tierno Galván y en todos exhibían su pancarta: “las mujeres no tienen partido”, lo que provocaba cierta incomodidad de las “políticas” nucleadas en torno al PCE y los partidos de su izquierda. En 1978 se constituye el Grup d’Allliberament de la Dona (GAD), vinculado e impulsado en su nacimiento, por el Moviment Comunista de les Illes, y luego la Asamblea de Dones.
El feminismo tenía mucho de provocación. Las mujeres vetaban la presencia de los hombres, incluso de su compañeros de partido, que esperaban en la puerta. Las mujeres más comprometidas de esas organizaciones políticas también volvieron sus ojos a las formas de actuar de “las radicales” y con el tiempo se tejieron lazos de complicidad.
En general, con la excepción de la antes citada profesora universitaria Esperanza Bosch,    pocas mujeres han contado por escrito la historia del feminismo en Baleares que, casi siempre, queda como nota a pie de página en los libros de historia.
Ninguna novedad si se tienen en cuenta que eso mismo ocurría, salvo excepciones, con los medios de comunicación. Dejaban poco espacio para las reivindicaciones de las mujeres y cuando lo hacían, era como si estuviesen observando fenómenos paranormales.
Las referencias para seguir el activismo feminista balear en la época de la transición (al margen de reseñas ocasionales en publicaciones como Vindicación Feminista) son escasas.
Hay que mencionar a las revistas Cort y Lluc (que en el 78 editó un monográfico titulado “La dona; de la submisió a la lluita”); a un programa radiofónico –hoy inimaginable, según sus protagonistas- gestionado por el Colectivo Pelvis en Radio Mallorca, en que las mujeres contaban a micrófono abierto sus experiencias sexuales y se respondían a diversas consultas, entre otras de planificación familiar y , en tercer lugar, dos iniciativas novedosas del diario Ultima Hora de Palma.
Este diario fue el primero que brindó una sección semanal al Colectivo Pelvis y en ella se publicaron artículos como el titulado “El Orgasmo Femenino”, que generaron gran polémica. También hizo un seguimiento específico de las mujeres en las campañas electorales de 1977 y 1979. La periodista Gina Garcíascomprometida con la izquierda y el feminismo, entrevistó a todas las candidatas, a las esposas de los candidatos y a las líderes del movimiento de mujeres.
Desde sus orígenes, la lucha contra los malos tratos a las mujeres fue otro de los objetivos del feminismo. La primera referencia que dan los medios de comunicación isleños de una concentración feminista para protestar contra el asesinato de una mujer es del 6 de febrero de 1979.
Días atrás, una guía turística que vivía en S´Arenal (la playa de Palma), había aparecido muerta. Tenía 25 años, se llamaba Cornelia Magdalena Arends y, según la descripción, de la que no se ahorraban detalles, “tenía muy cerca del corazón un cuchillo clavado hasta la empuñadura. Su cuerpo estaba desnudo, atado sobre la cama, con huellas de agresión en la cara, nuca y muslos. Las piernas mostraban huellas de haber sido atadas”.
La noche del 5 de febrero, unas 300 personas, en su mayoría mujeres, recorrieron en manifestación el trayecto que separa la Paza de Cort, donde se ubica el Ayuntamiento de la capital balear y la Plaza de España, el centro neurálgico de todas las manifestaciones en aquella época y aún ahora. La convocatoria partió del GAD y se desplegaron varias pancartas, entre ellas una con el lema “no somos vaginas, somos personas”. A la convocatoria se sumaron los partidos de izquierda, el Front d’ Alliberament Gay de les Illes Balears (Fagi) y el Colectivo Pelvis. “Estamos reunidas aquí para dejar constancia de que no nos resignamos” se leyó aquella noche entre velas en una escenografía como la que años después,  seguiría reuniendo a las concentraciones en contra de los malos tratos a las mujeres y de la violencia de género. En aquella primera concentración se quemaron, además, ejemplares de la revista Interviú.
La manifestación de mujeres que más seguimiento ha tenido en Palma llegó años después y se dirigió “contra la izquierda”, concretamente contra el ayuntamiento socialista de la capital balear que en noviembre de 1985 decidió clausurar el centro de planificación familiar que había inaugurado cuatro años antes.
Después de las elecciones municipales de 1979, el consistorio había abierto un centro de “planning”, según el modelo de actuación presentado por la ginecóloga Reyes López y que recogía el concepto de salud y autoconocimiento de las feministas de Boston que adoptó en España el Colectivo Pelvis.
El “planning” figura en la memoria colectiva del feminismo de Mallorca que lo considera una revolución en la salud de las mujeres. Una dura campaña de la derecha conservadora (“las casas de putas ya tienen competencia”, llegó a escribirse en un periódico cuando se creó el centro) y enfrentamientos entre las concesionarias y el equipo de gobierno, que quería traspasar la gestión al Insalud para incluir la planificación en las consultas normales de ginecología de los centros de salud, terminaron con una decreto de cierre. Palma acogió una gran manifestación y el caso se arrastró durante años por los tribunales. La abogada Cristina Almeida llevó en nombre de las feministas la última fase del proceso.
Y llegamos hasta aquí, ante un nuevo Día de la Mujer. Y aún sigue habiendo gente que se pregunta por el sentido del 8 de marzo. Y sigue habiendo gente a la que le parece una tontería que ninguna mujer se siente alrededor de la mesa que cada viernes reúne al Consell de Govern de las Islas Baleares. También, el viernes 8 de marzo de 2013.