viernes, 28 de diciembre de 2012

Calahorra

Estoy dedicando el final de año a  sorprenderme a mí mismo. La noche del jueves, sin ir más lejos, daban El Cid por La 1. Y yo me la puse en versión original. Qué sensación oír a  Charlton Heston encarándose con el rey de Aragón y retándole, en correcto inglés, a que dijera públicamente «de quien es ahora Calahorra». En realidad, el Cid, pronunciaba ‘Calahora’, suavizando la ‘r’,  pero la lucha soberanista por Calahorra, en estos tiempos que corren y en inglés, me parece de lo más extraordinario que he presenciado en estos últimos días de año. Volveré a repetir esta experiencia impagable.  También me sorprendí, el otro día, intentando descifrar el lenguaje de los gatos. Me quedé extasiado viendo como la gatita  observaba, al otro lado de la ventana, a un gato callejero que maullaba. Y qué decir de su hermano  gato. Trato de explicarle que cuando me mira con los ojos muy abiertos, como asustado o sorprendido, me recuerda mucho  a un conseller del actual Govern. Abriré un cuaderno sobre el comportamiento humano de los gatos. Con todo, lo que más me ha sorprendido a mí mismo es las veces que he leído una crónica periodística sobre la muerte de la cigüeña  Max, que portó a lo largo de su vida un localizador para describir la ruta de las aves migratorias. Intuyo que mis prioridades están cambiando.

(Arcoiris, 29 de diciembre 2011)

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