viernes, 18 de julio de 2025

Cañellas y una coma, 30 años después

 

Los buenos titulares duran más que el interés inmediato por una noticia y no cambian por las reacciones que esta suscita. Esto estaba bastante más claro en la era del periódico impreso. Los titulares nacían para durar un día entero como mínimo. Algunos superaban con creces ese lapso de tiempo -en la era de las redes y el movimiento perpetuo, una eternidad- y han quedado como brújula para no perderse en una hemeroteca.


El 18 de julio de 1995, el diario Ultima Hora publicó en su portada uno que incluía una coma pero que leído sin ella todavía se entiende mejor 30 años después. Aquel titular era “Al fin, Cañellas se va” pero que podía leerse, y mucha gente lo leyó así, como “Al fin Cañellas se va”. No era una primicia ni una exclusiva ni nada paracecido. En realidad, hacía ya varios días y varias semanas que estaba suficientemente claro que Gabriel Cañellas, presidente de la Comunidad Autónoma desde 1983 y que unos meses antes había ganado sus últimas elecciones, se iba. Lo sorprendente de aquel titular, con una coma impresa que nadie respetó al leer, no era tanto que el presidente del Govern hubiera renunciado a su cargo, como las dos palabras mágicas que el periódico de mayor venta en las Islas utilizaba para enmarcar la noticia del día. Y del año. Y de la década: "Al fin".


Todavía no estaba en Última Hora cuando se publicó aquel titular (…...)


Los titulares de los medios informativos escritos no son nunca inocentes ni gratuitos. Los titulares de los periódicos, sobre todo los que hacen referencia a grandes historias -y la dimisión de Gabriel Cañellas lo era, seguramente el equivalente a un cambio de ciclo, casi más que aquel primer pacto de izquierdas de años después, que fue consecuencia de aquello y que ya llegará- dicen más de lo que parecen significar a primera vista. Aquel "Al fin Cañellas se va" (ignoraremos una vez más la  coma) era más potente que cualquier editorial. Era el reconocimiento oficial del final de una época. Tras ese grito de papel se escondía una liberación. Hacía años que todos los medios de comunicación de las Islas, y no sólo sus periodistas,  esperaban el momento de poder titular así, de poder gritar "Al fin".


En la España de 1995, el Partido Popular de José María Aznar se preparaba para ganar las elecciones que se celebrarían un año después. Durante mucho tiempo, el Partido Popular había puesto a Baleares y a Cañellas como modelo de gobierno. Después de la debacle de la UCD, en octubre del 82, y cuando nadie daba un duro de la época por él (ni siquiera en su propio partido)  se hizo con la presidencia del Gobierno Autónomo en las primeras elecciones. Y eso, que su primera experiencia en una carrera electoral democrática no había sido especialmente brillante: ni  siquiera   logró ser elegido concejal. Aquel hombre que luego se convertiría en referente de toda una época acudía personalmente a los periódicos en su primera campaña en busca de una entrevista, en busca de su pedazo de papel. Quién le iba a decir que  tendría los medios  a sus pies. Y, sobre todo, quién le iba a decir que le despedirían diciéndole poco menos que ya era hora, vete ya.

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Durante los años que Cañellas presidió Baleares (1983-1995) muy poca gente en la cúpula nacional del partido dio importancia a las denuncias sobre corrupción que, de forma más o menos espaciada, se colaban entre informaciones  condescendientes. No es casual que las empresas de la información (empresas e información es un binomio que loe xplica todo) formaran parte de su fundación, hasta el punto que una vez me recordó que el propietario de El Día de Baleares era un generoso mecenas. Precisamente, ese periódico que en 1981 fundaron, entre otros, el hotelero Barceló y el empresario ibicenco y dirigente del Partido Popular Abel Matutes  iba a representar un papel decisivo en la forzada dimisión de Cañellas. El Día, pese a las declaraciones de intenciones y a los principios fundacionales había nacido básicamente como periódico afín al Partido Popular, entonces  AP, y a los intereses económicos de sus fundadores.


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El Día, que desde 1993 salía a la calle con la cabecera El Día del Mundo  (por un acuerdo de coedición con la empresa editora de El Mundo que poco después daría paso a un cambio de acciones)  había iniciado una serie de informaciones sobre una de las instituciones intocables para la mayoría de los medios de comunicación: la Universidad y, más concretamente, sobre su equipo dirigente.


 Izquierda y derecha, el poder político y el poder económico balear, el Gobierno de derechas pero también la oposición socialista y, sobre todo, la nacionalista,  cerraban los ojos ante la gestión de un equipo rector dirigido por un nacionalista, Nadal Batle (Felanitx,1945-Palma, 1997) en la  que los negocios públicos y privados se confundían. Curiosamente, tanto el presidente arcaico de derechas (Cañellas) como el rector progre nacionalista aparentaban reírse mutuamente uno del otro. Aunque, en teoría poco les unía (si se exceptúa su origen mallorquín y que ambos representaban al poder), los dos tenían una batería de fieles dispuestos a regalarles los oídos. Los dos resultaban sumamente graciosos para sus seguidores  y todos  querían estar a bien con ellos. Nadal Batle siguió siendo un tótem después de su muerte y aún hay que dar explicaciones, o remitirse a notas aclaratorias a pie de página, para ocuparte de sus claroscuros.


Como otras tantas instituciones y particulares de las Islas, el equipo rector de la Universidad había recurrido a una agencia de valores, Brokerval, para dar rentabilidad a su dinero, es decir para especular. Brokerval no fue sino el precedente balear de lo que, en otro caso de ámbito estatal que luego afectó al partido socialista  se dio en llamar Gescartera y de episodios que serían agitados para preparar la primera mayoría de Aznar.


 Vanagloriarse de las exclusivas parece que va con el sueldo de periodista. Posiblemente los cuatro periódicos de información general diaria que se publicaban entonces  en las Islas (cuatro cabeceras cada día en la calle en 1995, y llegarían a ser más)  estén convencidos, y posiblemente tengan razón,  de que gracias a sus respectivas investigaciones  estalló el Caso Brokerval, el caso Inverbroker y  el Caso Túnel de Sóller que, poco después,  arrastraría al presidente balear. Lo que sí parece claro es que El Día (precisamente por ser el periódico de la derecha más identificada con el PP) jugó un papel relevante en los acontecimientos y a que se perdiera el miedo a romper todo aquel entramado (…..)


Si en un primer momento la línea de El Día del Mundo, dirigido entonces por el editor Basilio Baltasar fue centrar sus pesquisas en la universidad, su relación con la ya desaparecida Caja de Ahorros de Baleares (cuya marca comercial era entonces sa Nostra, "la nuestra", en mallorquín) y la comercialización de los ordenadores Mackintoshs, tras la marcha de éste,  la investigación se volvió con toda su intensidad hacia el PP. El periodista Joan Pericàs (1960-2010) dejó descrita  en un libro que sólo se publico tras su muerte (Obra Completa, Sloper, 2011) aquella época de ilusiones. Pericàs describe de forma admirable las sensaciones que se vivían en el  El Día del Mundo  cuando Basilio Baltasar consiguió, por un breve tiempo, crear  'un periódico de autor'  que nada tenía que ver con el que se fundó para defender los intereses de AP y con el  que años después pasaría a dirigir y hundir Eduardo Inda, lo más despreciable del periodismo.


En aquella época, al periódico que estaba a punto de pasar a denominarse El Mundo-El Día de Baleares, le convenía un cambio de estrategia: Cañellas ya no vendía y, encima, era un obstáculo para el ascenso de Aznar a La Moncloa,  que se concretaría meses después, aunque no con una mayoría tan amplia como la que imaginaban.


A El Mundo de Pedro J.Ramirez -abanderado de la denuncia de la corrupción en los años del felipismo- le interesaba entonces denunciar algún caso de la derecha y la red  organizada e institucionalizada desde el Partido Popular de Baleares estaba a punto de caramelo. Estaba claro entonces que Aznar quería predicar con el ejemplo y que antes de llegar a La Moncloa era preciso que rodara alguna cabeza.

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Todos los periódicos de las islas apostaron claramente por el cambio, por el relevo en la presidencia. Incluso El Día del Mundo.  Bien es cierto que, por entonces, parecía que la simple sustitución del fundador del partido iba a ser suficiente. Era la estrategia del PP y también de los grupos empresariales y los grupos de poder que habían empezado a ocupar las páginas de los periódicos (sabes que hay libertad de prensa  cuando citas a las empresas por su nombre en los periódicos) por lo que primero se llamó caso Brokerval. Todos se conocían en Baleares pero nadie parecía tenía intención de tirar de la manta. Y menos, de cambiar de manta. Era suficiente, en 1995, con darle la vuelta y que todo quedara en casa.


La llegada de un nuevo director al periódico  tuvo mucho que ver en la "caída" de Cañellas. La llegada de Luis F. Fidalgo (Palencia, 1955) , uno de los periodistas que acompañaron a Pedro J. Ramírez en el lanzamiento de El Mundo  en 1989, fue decisiva para convertir el caso Brokerval que se destapó en la etapa de Basilio Baltasar y sus informaciones sobre la Universidad, en una cuestión básicamente política que ponía en cuestión los cimientos del cañellismo.

Las instrucciones con las que llegaba Fidalgo, las ganas de la Redacción de Baleares en trasladar a las Islas la estrategia estatal de El Mundo y el deseo de protagonismo de algún político sirvieron para que unas informaciones que si bien eran conocidas en las Islas, habían tenido difusión nacional a través  El País y Diario 16 (gracias al entusiasmo mi gran amiga y periodista Mariló Suárez, que llegaría a dar con la hilazón y los papeles que conectaban al PP de aquí al de allí) fueran de boca en boca en las tertulias radiofónicas.


Diarios como El País (Andreu Manresa, durante años, su referencia en las Islas, contó que cuando Cañellas advertía la presencia de un fotógrafo del periódico aseguraba: “Eres de El País, voy a poner cara de corrupto”),  El Periódico de CatalunyaLa Vanguardia destacaron periodistas en Baleares (uno de esos enviados especiales dirige en 2025 La Vanguardia, cuya edición impresa sólo se distribuye en las Islas dos meses de verano, por cierto) y El Mundo de Pedro J. dio especial relevancia al caso.

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Cuando en una sesión del Congreso,  Felipe González echó en cara al entonces líder de la oposición, José María Aznar, lo que pasaba en las Islas y  éste le respondió que actuaría con todas las consecuencias, estaba claro que Cañellas se había vuelto vulnerable. Hasta un ex conseller se llegó hasta la redacción local de  El Mundo, para entonces en obras, contar que  ' lo  de Baleares'  se iba a investigar “caiga quien caiga”.


 A "los de Madrid" el caso Sóller y el caso Brokerval les parecía un filón. No entendían bien de que se trataba pero eran asuntos con los ingredientes de casos típicos de corrupción tan en boga en la época. Toda la prensa entró al trapo. Para los medios más identificados con el Gobierno socialista, se trataba de poner en evidencia que allá donde gobernaba el PP, y pese al discurso regeneracionista de Aznar, la corrupción de los populares era igual o mayor que la de los socialistas. Para los medios que querían que Aznar fuera presidente, el caso balear debía ser utilizado como el definitivo trampolín. El candidato del PP tenía que cortar por lo sano y jubilar a Cañellas. Solo quedaba que un  Informe Semanal de la televisión pública, se ocupara del caso. El ciclo quedaba con eso prácticamente cerrado.


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Fueron días trepidantes, cuando quiero entusiasmarme con el periodismo (o imaginar que todavía puedo entusiasmarme con el periodismo) recuerdo esos días de julio, un verano de hace 30 años donde pese a lo trepidante del momento quedaba tiempo para pensar e, incluso, tenías tiempo para anotarlo (casi todo) y hasta de guardar páginas de papel como si fueran un tesoro por si llegaba el tiempo de contarlo con más detalle. De contar, por ejemplo, por qué un día se pudo decir y publicar “Al fin”. Como en aquel titular con una coma en la que nadie pareció reparar y que se publicó en Ultima Hora el 18 de julio de 1995.