Pongamos que hablo de Baleares. Vivimos en un país extraño. Hoy mismo, día 1 de marzo en que se conmemora la aprobación del Estatuto de Autonomía, los aledaños del Consolat de la Mar (la sede de la Presidencia del Govern) se han llenado de guirnaldas con los colores de la bandera de la II República. Cualquier persona que haya pasado por el Paseo Sagrera habrá reparado en la proliferación de rojos, morados y amarillos sobre casetas y tenderetes que sugerían una fiesta popular. Todo ese despliegue tricolor ha sido para evitar la combinación de rojos y amarillos que recordaran los colores de la bandera de Catalunya que, curiosamente, también están en la de Mallorca, en la (inventada hace tres décadas) de Baleares o en la de Aragón. El gobierno de aquí aprobó una ley con los colores que se pueden colgar o no y esa es una de sus consecuencias.
Vivimos en un país cómico. Y quien dice país, dice comunidad, región o lo que sea. Vivimos en un ente administrativo cómico en el que, curiosamente (y eso puede llamar la atención fuera del sector) los medios de comunicación tienen más libertad que en etapas anteriores. Como no hay dinero de la Administración para campañas institucionales y demás zarandajas, se puede censurar al gobierno del lugar con más libertad que en etapas anteriores. Lo que sucede es que al presidente Bauzá, que gestiona todo esto desde las elecciones de 2011, le ha importado poco (hasta ahora) lo que dijeran los medios tradicionales. Cuando llegó al Govern se lo jugó todo a una carta, IB3-Televisión, y pasó bastante de la prensa escrita y de las empresas de comunicación.
A gobierno de aquí y a su equipo de asesores le importa más lo que diga un tuit que lo que pontifique un editorial. Últimamente, incluso, han recomendado a sus responsables de comunicación que midan sus palabras en la red para no provocar ninguna tormenta que no puedan controlar. Por eso, entre otras razones, 'cayó' la anterior jefa de prensa de Educación. En un país menos alocado que el nuestro, sería objeto de debate interno tener una responsable de Educación como la que nos ha tocado en suerte. Lo que ocurre es que pintamos más bien poco y el poder autonómico lo sabe. También sería motivo para la reflexión el modo en que la consellera portavoz intentó negar el pasado día 28 que el Ejecutivo no tuviera en cuenta a las mujeres en la entrega de sus distinciones autonómicas. Está como bastante asumido que el poder político te tome el pelo y que eso forme parte del espectáculo. Tele 5, Antena 3 e incluso la Sexta están llenas de programas de apariencia periodística en los que lo único que cuenta es el espectáculo.
¿Qué está pasando en Baleares? ¿Por qué unos medios que (teóricamente) ya no dependen del poder político como antaño tienen tan poca capacidad para actuar de contrapeso al poder? No sé si me explico: igual es que no pintamos nada.