Fumaba un cigarrillo tras otro. Y lo sostenía entre los labios incluso hablando por teléfono. Se sentaba a mi lado cuando estábamos en el 'Baleares'. Era, además, la corresponsal de 'Diario 16' y, a cierta hora de la tarde, cogía el teléfono, marcaba un número y la oía decir: 'Con Madrid, un cobro revertido'. Luego la pasaban con una secretaria y dictaba su crónica. Podía ser que en aquellos años locos, los ochenta, luego nos bajásemos al bar del periódico o hasta que nos subieran alguna copa a la Redacción. Todo era muy diferente de ahora. A Mariló, que hoy cumple años (y yo utilizo este escrito para felicitarla), la bautizó Jaime Jiménez como 'la Praviana'. Pero a mí me gustaba llamarle por su apellido, Suárez: 'Hola, Suárez', 'qué pasa Suárez'. Llevaba una gafas redondas; creo recordar (si es que no me lo invento) que alguna vez se aguantaba uno de los cristales con una especie de esparadrapo. Cuando coincidimos en el periódico, ella se encargaba de 'las centrales'. Cada día se topaba con algo que luego convertía en el principal reportaje del periódico. Había venido de Barcelona, siguiendo a su compi, que estaba en el gabinete de prensa del ayuntamiento y hacía críticas de cine para un diario que luego llegó a dirigir. Posiblemente volverá a dirigirlo, pero hoy eso no toca hablar de eso. La protagonista es hoy Mariló Suárez, 'la Suárez', 'la Praviana', que cumple años y a la que deseo lo mejor del mundo porque fue (y sigue siendo desde la distancia) mi amiga del alma.
Antes de dar el salto a Madrid, y ser la corresponsal política de Diario 16 e investigar el caso Brokerval e Inverbroker, la ví indagar de todo. Incluso una pretendida base secreta bajo la montaña de Mallorca y hasta una conspiración digna de Expediente X pero ambientada en Sóller. Dejó el 'Baleares' y se marchó a 'El Día', donde luego nos volvimos a encontrar y ahí siguió tejiéndose nuestra cadena de afecto. Una cadena que se fue manteniendo desde la distancia, primero cuando optó por la selva de Madrid (allí fui a verla alguna vez, como el día que presentó con Felipe González su biografía de Joaquín Almunia) y cuando más tarde se volvió a Asturias, desde donde ahora escribe. Hace un par de meses su hija (que, lo que son las cosas, ha decidido venirse a Mallorca como ella hace años) hizo de Mariló una magistral definición. 'Mi madre es que es una luchadora', dijo casi sin darse cuenta y sin saber que esas palabras son, sin duda, las que mejor dibujan la manera de ser de Mariló Suárez. Y feliz cumple, Suárez, que se me olvidaba.