viernes, 26 de abril de 2013

¿Es que no sabes quién te paga?


Éramos periodistas, íbamos a comernos el mundo y, pasada cierta hora de la tarde, también a bebérnoslo. A Mariló Suárez , que se sentaba a mi lado, la llamábamos 'la Praviana'. Posiblemente fue una ocurrencia de Jaime Jiménez que luego perduró. Además de reportera del 'Baleares', Mariló era la corresponsal del ‘Diario 16’. Siempre, en algún momento de la jornada, agarraba el auricular del teléfono, se ajustaba las gafas y le oía decir: “Un cobro revertido con Madrid, por favor”. Contactaba con una secretaria y dictaba sus crónicas. Años después, 'la Suárez', que también la llamaba así, publicó una biografía de Joaquín Almunia (‘Los secretos de Almunia’, Alba Editorial SL, Barcelona, 1998) y, mucho más tarde, un libro (‘Los Ortiz,’ La Esfera de los Libros, Madrid, 2006 ) sobre la familia de la princesa Letizia, asturiana como ella. Pero en 1984 aún faltaba mucho para todo eso.
Mariló no era entonces la única que, en aquel ‘Baleares’,  simultaneaba el periodismo local con una corresponsalía . También estaba Juan Pasarón, corresponsal de ‘El País’. Hasta yo fui corresponsal. Corresponsal del diario 'mas rojo' de España, el diario ‘Liberación’. Su vida fue breve. El primer número se publicó el 9 de octubre  de 1984 y el último el 20 de marzo del año siguiente. Editado por una cooperativa que había lanzado un 'manifiesto', se presentaba como 'el primer diario a la izquierda del país', un guiño claro para marcar distancias con el  periódico de Prisa que, para entonces aún no había incorporado el acento a la ‘i’ de su cabecera. Aquel periódico, tanto por la concepción del proyecto como por el espacio que pretendía ocupar, podría compararse a ‘La Marea’, de 2013 o a su antecesor de papel, ‘Público’.
La verdadera historia de ‘Liberación’ está contada en un libro (Liberación. Desolación de la utopía, Ediciones Libertarias, Madrid, 1985) escrito por Andrés Sorel,  presidente de aquella cooperativa, meses después del cerrojazo. Un libro que alude, incluso, a algo que como 'corresponsales'  vivimos muy de cerca en Mallorca: la llegada, por sorpresa, del coronel líbio Moammar El Gadhafi  en diciembre de 1984. Según me enteré por el libro de Sorel, mientras pasábamos nuestras crónicas sobre aquel insólito hecho acaecido en Mallorca (Gadafi, Felipe González y Bruno Kreisky reunidos sin previo aviso en Santa Ponça) , en ‘Liberación’ se estaba desarrollando una negociación de altura: una comisión de la cooperativa que lo editaba había viajado a Trípoli ¡en busca de un acuerdo de colaboración que  diera  garantías a  la supervivencia económica del proyecto! Naturalmente, no fue posible. Seguramente, el último número de ‘Liberación’ fue el más vendido y hubo lamentos sobre lo que suponía que 'se apagara una voz' en el universo de la prensa libre. Como es de rigor, conservo aquel último ejemplar en mi almacén de banderas rotas.
Pero entonces yo estaba en otra historia. Me había cruzado, informativamente hablando, con el primer gran caso de corrupción del Gobierno autónomo, el ‘caso Zeus y Torcal’. En resumen: presidente de Gobierno encarga a empresa familiar obras de reforma en dependencias de la Administración autonómica. Nada nuevo visto desde hoy. Ni que decir tiene que mis crónicas para ‘Liberación’ (sobre esa historia o sobre otras) siempre iban más allá de las que publicaba en el ‘Baleares’. Y eso que, en aquella época, la relación entre la empresa editora y el Consolat de la Mar (la sede de la Presidencia) no era especialmente buena. Aquel caso fue mi primera oportunidad para conocer de cerca los entresijos que marcan las relaciones entre medios y política.
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 Estaba ya en ‘El Día'  (no sé si  ya  era DÍa del Mundo o Día 16)  cuando me dijeron algo que quienes se han dedicado a todo esto han escuchado en algún momento y, casi siempre, en tono de amonestación. Son siete palabras que, generalmente, van entre signos de interrogación: “¿Es que no sabes quién te paga?” A mí me lo preguntó el presidente Gabriel Cañellas y lo hizo precedido de un añadido difícil de olvidar. La frase concreta fue “Cabrón, ¿es que no sabes quién te paga?” Bastará recordar (para enmarcar ese comentario) que Cañellas, a la vez que presidía la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, era presidente de una fundación privada que, curiosamente, también se llamaba Islas Baleares. Era la Fundació Illes Balears, financiada por hoteleros, cajas de ahorro, proveedores y concesionarios del gobierno, grupos publicitarios y, lógicamente, los medios de comunicación; entre otros el medio para el que yo trabajaba. Aquel día, en el periódico, aparecía publicada una información sobre su Fundación y al president no le gustó.
En la segunda mitad de los ochenta, la primera filtración sobre el nacimiento de esa Fundación había partido del gabinete de prensa del Ejecutivo. Una prueba de página, con titular incluido, llegó por fax desde un medio de comunicación al Consolat y allí se dio el visto bueno a su publicación. Supongo que, por eso, el president se vio en la obligación de recordarme que el dueño del periódico, el hotelero Gabriel Barceló, era uno de los principales patronos de la Fundació Illes Balears.

Nunca he estado del lado de quienes han visto en el estilo del primer presidente de Baleares el de la persona que necesitaría ahora , en la época de presidente Bauzá, el PP balear para pacificar el partido. Siempre he desconfiado de esa imagen con la que se le quiere reivindicar como ‘regionalista’ pegado a la tierra y ‘presidente bonachón’. Cañellas, con el apoyo de quienes le sostuvieron entre 1983 y 1995, fue culpable solidario de todo lo que vino después. Baleares SA, expresión acuñada por Andreu Manresa y que luego llevó a un libro en que recopilaba sus crónicas (‘Baleares SA: lo ha dicho El País, Res Pública, 1998) nació con Cañellas y sólo cuando dejó la presidencia empezaron a darse las condiciones para que aquel entramado de intereses emergiera y fuera derrumbándose. También, a partir de ahí, se inició un ‘reposicionamiento’ de todos los medios de comunicación.  Pero los cascotes de la demolición de Baleares SA y de su filial mallorquina de contratas aún siguen trajinándose por los juzgados.

domingo, 21 de abril de 2013

El 'Baleares' (Primer apunte)

¿Por dónde empiezo? ¿Por la primera vez que entré a aquel piso del Paseo Mallorca y me vi  con Lorenzo Ripoll en un destartalado despacho? ¿Cuento que llevaba, en el bolsillo, un par de folios escritos a máquina que había redactado tras haber seguido una jornada de regatas? ¿Cuento lo que sentí tras ver publicado 'aquello? ¿O tengo que empezar por mis colaboraciones esporádicas con los sucesivos directores que fueron pasando en los últimos tiempos en que el diario 'Baleares' se editó bajo la cabecera de Medios de Comunicación Social del Estado? ¿O empiezo por aquel contrato que Heliodoro Muñoz (HM)  me hizo a mí y a otros dos niñatos cuando quedaban tres o cuatro meses para la subasta del periódico? ¿Tengo que empezar por aquel día en que, recién llegado, HM me encargó (nada menos) que un editorial porque no se fiaba de nadie más? ¿O tengo que optar  por la historia, recordar al gobernador Martín Plasencia y al dirigente del PSOE Emilio Alonso y contar cómo se gestó la compra del 'Baleares'? ¿Me quedo en Jaime Jiménez y recuerdo que 'por su culpa' me llaman Sandy? ¿Empiezo por aquella tarde que vine encantando de  haber hablado con  Ernesto Cardenal y Jaime Jiménez comenzó a llamarme 'sandinista'? ¿Hay que empezar por el  día en que Pedro Serra me envió con Pedro Prieto al puerto para  informar de  la llegada de un barco? Gracias a aquella' misión' supe de la existencia de unos tipos que se llamaban 'prácticos'? Claro que yo no me perdonaría hablar del 'Baleares' y no citar a Gabriel Ferret, una especie de figura  iniciática para tantas cosas. Gabriel Ferret, 'Sobral',(un ácrata imprescindible)  es un personaje fundamental en  mi entrada al  universo periodístico . En fin, no sé de qué manera daré forma a toda esta historia. Pero hoy no me queda más remedio que dejar constancia acelerada de todo aquello (incumpliendo ese consejo que me dio hace unos días Jordi Bayona de ser más ordenado y no publicar nada hasta que sepa lo que quiero contar) ya que, este domingo, se hace  oficial que el 'Baleares' dejará de publicarse como diario el próximo 22 de mayo. Y me  he sentido 'tocado'.

jueves, 11 de abril de 2013

Los años de Matas (y de Javier Mato)


(Nueva entrada de mi proyecto de algo sobre medios  que todavía no tengo claro)



La primera vez que el socialista Francesc Antich llegó al gobierno autonómico, lo hizo con la complicidad de la mayoría de periodistas que se encargaban entonces de la información política. Con independencia del posicionamiento de las empresas, los “informadores políticos” se mostraban, mayoritariamente y por razones diversas, claramente favorables al cambio. Sucedía, en cierto modo, lo que años atrás había ocurrido en la primera victoria electoral de Felipe González. El ambiente vivido en La Lonja durante  la proclamación de Antich –el 27 de julio de 1999, horas después de una toma de posesión anticipada para que el nuevo presidente recibiera al Rey- parecía entonces, difícilmente repetible. Existía una clara complicidad motivada, entre otras cuestiones, por la estrategia informativa de Jaume Matas y del que había sido su jefe de comunicación, Javier Mato, hoy dedicado a la formación de periodistas a través del centro Alberta Jiménez, asociado --  en un primer momento--  a la Universidad de las Islas.
Matas y Mato habían dejado demasiados cadáveres entre la profesión  para no esperar con interés el relevo. Tanto el del propio Govern, que suponía dejar paso a la alternancia política por primera vez en 16 años, como, por lo que se refería a la relación que iba a tener el nuevo poder con los medios de comunicación. La ceremonia de la Lonja representó un momento de ilusión y esperanza que ya no se volvió a dar, tampoco en 2007 cuando Antich volvió a la presidencia. Naturalmente hubo excepciones. Desde El Mundo, el periodista Antonio Alemany, que juega un papel fundamental a la hora de esbozar cualquier intento de análisis de la relación entre política y medios de comunicación, saludó aquella esperanza con un artículo titulado “Sosiéguense” en el que escribía que “la celebración multitudinaria por la venida del Mesías de la izquierda es un gesto de mal gusto”.
A los periodistas y a las empresas de comunicación les interesaba especialmente saber cómo se iba a resolver el relevo de Mato. El nuevo ejecutivo optó por dar rango de dirección general al área que hasta entonces había gestionado la mano derecha (o las dos, según se mire) de Matas. Le sustituyó Jordi Bayona que para entonces se encargaba de la dirección del Club DM, el foro de debate del Diario de Mallorca y que antes había sido jefe de prensa del PSOE balear cuando Joan March fue secretario general.

El descubridor de su antecesor, de Javier Mato, no había sido, sin embargo, el luego ministro de Medio Ambiente. El  primero en fijarse en Javier Mato fue Alejandro Forcades,  conseller de Hacienda cuando Gabriel Cañellas presidía aún el Govern.
Forcades aparecía como un extraño personaje, una persona muy peculiar, alguien que no se sabía qué pintaba exactamente en el universo del PP, si se exceptúa su relación, desde pequeño, con Cañellas. Alejandro era hermano de otro Forcades, Juan. En los años duros del cañellismo Juan Forcades actuó como máximo responsable en Mallorca del PP insular y, a su vez –con  su hermano de conseller-, fue presidente de la Caja de Ahorros. Los dos Forcades se granjearon enemigos importantes. Juan Forcades aún prestaría unos meses después un último favor a Cañellas al aceptar ser su candidato en el congreso tras un frustrado intento para que lo fuera  Catalina Cirer. Alejandro Forcades, por su peculiar forma de ser, logró atraerse simpatías entre periodistas, sobre todo entre los más jóvenes. El conseller era un buen conversador, leía y, cuando se ganaba su confianza (lo que era difícil; por ejemplo, imponía el usted en las conversaciones, era muy reservado y arrastraba historias familiares profundas), era capaz de dar una visión nada ortodoxa de los políticos que le acompañaban. Incluso de Matas, que comenzó de director general de Presupuestos (una idea de Cañellas)  y luego le sustituyó como conseller de Hacienda. Forcades también mantenía opiniones críticas hacia su antecesor, Cristòfol Soler. Alejandro Forcades fue conseller entre dos personas (Soler y Matas) que luego llegarían a presidentes.
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Alejandro Forcades fue el primero en darse cuenta de la necesidad de contar con un jefe de comunicación, o un propagandista, al margen del gabinete de prensa del Govern, por entonces –en la época de Cañellas- muy menguado si se compara con lo que vino después. El conseller se dio cuenta de la necesidad de contar con alguien de su confianza y que conociera a los medios, les contactara  y tradujera sus ideas, tras un acto con responsables de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares (Caeb). "Necesitaríamos a alguien así, un asesor de prensa”, le comentó a un director general. Así llegó Mato a Hacienda. Forcades defendió su contratación a capa y espada. Y fue a una comisión del Parlament a argumentarlo. El conseller Forcades, y todos los que alguna vez han trabajado con él coinciden:  era un jefe duro, lleno de manías y que exigía máxima lealtad. Lo cierto es que de esa conselleria, de la de Forcades en Hacienda, surgieron un grupo de políticos que luego harían carrera: desde el propio Matas a otras dos personas que serían nombrados consellers con el PP: Antoni Rami y Manuel Ferrer.
Relevado Forcades por Matas, Mato siguió con el nuevo conseller y con él permanecería también unos meses en el Ministerio  al que le acompañó tras pasar previamente por Nimbus, la agencia de publicidad que –directamente y a través de filiales- sirvió al PP y a Matas para sus estrategias. El principal mérito de Mato, cargando con su fama de gran trabajador y rastreador de papeles (en el DM sacaba ‘primeras’ de boletines oficiales que entonces nadie leía) fue convertir a Matas en una fotografía. La campaña electoral de Matas en 1999 es (casi) obra única y exclusiva de Javier Mato. No terminó demasiado bien con el hoy multiimputado pero se las ingenió para marcharse sin hacer ruido.
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Recuerdo una conversación con Mato, en los pasillos del Parlament, durante la primera presidencia de Matas. Hablábamos de la estrategia del president de dar publicidad a todo lo  que hacía, de los viajes, de lo que empezaba a parecer un claro objetivo de acoso -por no decir 'compra'- de los medios de comunicación. El me dijo que no habían inventado nada y que eso es lo que hacía Jordi Pujol en Catalunya. Efectivamente, así era. Luego, cuando Antich sustituyó a Matas, lejos de parar aquella estrategia, fue en aumento. Visto de lejos, seguramente, el primer Govern del Pacte, pudo haber prescindido de esa manera de actuar o -al menos- rebajarla considerablemente. Antich -ya se ha dicho- había llegado   a la Presidencia con la 'complicidad' de la mayoría de  periodistas y (pasados los primeros momentos de 'duda') los medios se adaptaron facilmente a los nuevos tiempos. Pero se ve que en política y periodismo siempre se tropieza dos veces en la misma piedra.


Han pasado bastantes años desde entonces. El Gobierno de Baleares lo preside en 2013  el farmacéutico José Ramón Bauza y , de todos los presidentes que han pasado por el Consolat de Mar,  es el único que ha intentado romper el modo de relacionarse con los medios. Los cuatro presidentes anteriores –incluido Soler, El Breve- se dieron cuenta de la importancia de esta relación. Cañellas, que terminaría vencido por los medios, reflexionó en público sobre su papel. Como fue el más longevo en la presidencia le dio tiempo a calibrar su poder real y hallar el modo de torear a la 'opinión publicada' (la ocurrencia de distinguir opinión pública de opinión publicada es de Felipe González); Cristófol Soler, al que no le dio tiempo a hacer nada, intentó seducir a los opinadores. Lo consiguió en parte aunque a la hora de buscar apoyos, recurrió a plumas que estaban a años luz del PP y se olvido de los articulistas “de derechas”. Además, con la  vitola de nacionalista con la que intentó pasar a la historia, lo que logró fue precipitar su caída (.......)
Matas, gracias a Mato, se aprovecho hasta el máximo la irrupción de las nuevas tecnologías, principalmente los audiovisuales, y gobernó más para los medios de comunicación (o para la proyección pública de sus actuaciones) que para el día a día. Los periodistas, los “curritos”, acabaron hartos de esa estrategia. La etapa de Matas es la de los viajes, de los viajes pagados. Las comitivas oficiales incluían a periodistas que luego ‘contaban’ lo que pasaba. Y no sólo eso: mediante un programa de difusión de nuevas tecnologías, desde la Presidencia balear se endosó a cada uno de los medios locales una terminal de ordenador para ir explorando lo que estaba a punto de ser el futuro, y que hoy es presente: Internet.