sábado, 28 de diciembre de 2013

El secreto del Palacio de Congresos (Cap I)



(Oh, la renuncia, ayer, del conseller Delgado  me ha desmotivado para seguir)



Me llamo Miguel Ángel Fernández, soy el consejero de Turismo del Gobierno de las Islas Baleares y, como todos mis antecesores, recibí una carpeta muy especial durante las negociaciones del traspaso de poderes. Me la entregó personalmente Carlos Bizarro. Me había llamado por teléfono días atrás, antes incluso de que trascendiera que el presidente me iba a proponer para el cargo. “Tenemos que hablar, es importante que nos veamos antes de que me sustituyas”, me dijo. Le respondí con la primera pregunta que me vino a la cabeza: “¿Me vas a contar los motivos por los que tampoco acabasteis el Palacio de Congresos y qué habéis estado haciendo ahí todos estos años?” “Algo así”, me respondió.

Me vi con Bizarro a la mañana siguiente, cuando algunos periódicos ya daban mi nombre como posible consejero y el digital Mallorca.com, vinculado a la federación hotelera destacaba mi “buena relación con el sector”. Bizarro habló sin rodeos: “Tu sabes que, desde 1983, el primer cargo del Gobierno que se decide, antes incluso que el de presidente, es el del consejero de Turismo. Todo eso tiene una explicación, que lo deciden desde muy arriba y que, quien nos elige, lo hace para que sigamos un plan preconcebido. Por un lado, el turismo es nuestra primera industria pero, por otro, estamos aquí para administrar una información de mucho valor y para que la trasmitamos a quienes nos sucedan mientras llegue lo que, más pronto o más tarde, tiene que ocurrir”. Y me preguntó: ‘¿Qué sabes de Valeriano Prade?

Yo nunca tuve ocasión de hablar con el capitán Valeriano Prade pero se lo que todo el mundo, que es un personaje de leyenda vinculado a los orígenes del turismo de masas en Baleares, que su nombre está unido todos los proyectos, que un barco de la Trasmediterránea llevó su nombre, que una sala del aeropuerto está dedicada a su obra, que el primer gobierno autónomo lanzó unas becas con su nombre y que el palacio de congresos le tiene reservado un espacio en el sótano, oculto tras una cámara acorazada. A su funeral vino un ministro de Felipe González y tiene todas las condecoraciones posibles. Lo que desconocía totalmente es que hubiera escrito unas memorias y que yo iba a ser una de las pocas personas en leerlas.

domingo, 3 de noviembre de 2013

La Suárez (Cumpleaños)

Fumaba un cigarrillo tras  otro. Y lo sostenía entre los labios  incluso hablando por teléfono. Se sentaba a mi lado cuando estábamos en el 'Baleares'. Era, además,  la corresponsal de 'Diario 16' y, a cierta hora de la tarde, cogía el teléfono, marcaba un número y la oía decir: 'Con Madrid, un cobro revertido'. Luego la pasaban con una secretaria y dictaba su crónica. Podía ser que  en aquellos años locos, los ochenta, luego nos bajásemos al bar del periódico o hasta que  nos subieran alguna  copa a la Redacción. Todo era muy diferente de ahora.  A Mariló, que hoy cumple años (y yo utilizo este escrito para felicitarla), la bautizó Jaime Jiménez como 'la Praviana'. Pero a mí me gustaba llamarle por su apellido, Suárez:  'Hola, Suárez', 'qué pasa Suárez'. Llevaba una gafas redondas; creo recordar  (si es que no me lo invento) que alguna vez se aguantaba uno de los cristales con una especie de esparadrapo. Cuando coincidimos en el periódico, ella se encargaba de 'las centrales'. Cada día se topaba con algo que luego convertía en el principal reportaje del periódico. Había venido de Barcelona, siguiendo a su compi, que estaba en el gabinete de prensa del ayuntamiento y hacía críticas de cine para un diario que luego llegó a dirigir. Posiblemente volverá a dirigirlo, pero hoy eso no toca hablar de eso.  La protagonista es hoy Mariló Suárez, 'la Suárez', 'la Praviana', que cumple años y a la que deseo lo mejor del mundo porque fue (y sigue siendo desde la distancia) mi amiga del alma.
Antes de dar el salto a Madrid, y ser la corresponsal política de Diario 16 e investigar el caso Brokerval  e Inverbroker, la ví indagar de todo. Incluso una pretendida base secreta bajo la montaña de Mallorca y hasta  una conspiración digna de  Expediente X pero ambientada en Sóller.  Dejó el 'Baleares'  y se marchó a 'El Día', donde luego nos volvimos a encontrar y ahí siguió tejiéndose  nuestra cadena de afecto. Una cadena que se fue manteniendo desde la distancia, primero cuando optó por  la selva de Madrid (allí fui a verla alguna vez, como el día que presentó con Felipe González  su  biografía  de Joaquín Almunia) y  cuando  más tarde se volvió a Asturias, desde donde ahora escribe. Hace un par de  meses su hija (que, lo que son las cosas, ha decidido venirse a Mallorca como ella hace años)  hizo de Mariló una magistral definición. 'Mi madre es que es una luchadora', dijo casi sin darse cuenta y sin saber que esas palabras son, sin duda, las que mejor dibujan la   manera de ser de Mariló Suárez.  Y feliz cumple, Suárez,  que se me olvidaba.

sábado, 26 de octubre de 2013

Extra, extra: derecho a decidir

 Asoma el 27 de octubre de 2013. Ocurre una vez cada tanto.  Este domingo, por ejemplo. Ahora, cuando dentro de poco  lleguen las dos de la madrugada,  aconsejo estrenar  un cuaderno, dejar una página en blanco y (en las siguientes)  anotar todo lo que hagas y pienses hasta que sean las tres. A esa hora, y después de atrasar el reloj a las dos, habrá que repetir la operación: anotar todo lo que hagas y pienses hasta que vuelvan a ser las tres. Después, ya se puede dormir con total tranquilidad, hasta que amanezca.  Lo interesante será comparar, a la luz del día, si pudiendo vivir dos veces la misma situación, habrás (o habremos) hecho  lo mismo. Sólo un día al año, se tiene la suerte de vivir una segunda oportunidad. Ese es el verdadero derecho a decidir y hoy está en nuestras manos. Tenemos una hora más para cambiarlo todo. O para que todo siga igual.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Bauzá y los medios (una píldora)

La llegada al Gobierno del presidente Bauzá, después de las elecciones autonómicas de mayo de 2011, supuso un cambio radical en la relación que la Administración balear había mantenido con los medios de comunicación. Meses después, tras una de las remodelaciones del Ejecutivo, uno de los consellers supervivientes contó que el PP había llegado al Gobierno con la sensación de tener a todos los medios en contra. Y eso que no hacía demasiado  (marzo de 2011)  ‘La Gaceta’ había sacado una edición para Baleares y que su primer director terminaría ocupando un cargo por cuenta del recién estrenado poder. Incluso Antonio Alemany, después de romper con El Mundo, pasó brevemente por el aquel proyecto. Parecía un  intento de la derecha mediática de buscar su espacio a la sombra de la Administración. Como si todavía fueran los años ochenta y noventa.
Después de que el PP consiguió la mayoría absoluta, había mucho interés por parte de las empresas periodísticas de las Islas en saber cómo se iba a resolver el relevo y si volverían los tiempos de Javier Mato, el artífice del primer Matas y de su enfermiza relación con los medios. Los años de Mato/Matas son imprescindibles a la hora de analizar política y medios de comunicación en las Islas y sus inicios ya se han descrito en  este ‘blog’. Sorprendentemente, una vez en el Gobierno,  Bauzá, optó por un perfil aparentemente bajo para lidiar con un sector que entraba en una fase convulsa. No hubo aproximaciones más o menos destacables a los medios escritos -a quienes el nuevo poder daba por perdidos en aquel momento-, y su primer movimiento fue para encauzar el rumbo de IB3, la televisión autonómica que Matas se había inventado en 2004 según  aquella estrategia tan suya, y que tanto parecía divertirle, de convocar a los medios y endosarles un anuncio sorpresa. Fue llegar Bauzá y su equipo de comunicación y jugar otra vez esa carta. Aunque en circunstancias totalmente diferentes a las de su nacimiento.
 Todavía ha pasado poco tiempo para entrar en detalles. Bastará recordar que, sin admitirlo públicamente,  el Gobierno anterior al de Bauzá, el segundo de Antich, llegó a plantearse cerrar y volver a abrir la tele autonómica. Los consellers Albert Moragues y Carles Manera barajaron esa posibilidad  que, finalmente, no se concretó. Posiblemente, porque los socialistas no tenían el control de IB3 en aquellos primeros momentos de su segundo mandato (2007-2011) y nunca llegaron a tenerlo del todo. Es lo que va de formar parte de un gobierno de pacto a un gobierno de mayoría absoluta. El PP sí llegó al gobierno con mayoría absoluta. Y no sólo al Govern de Balears. También la consiguió en tres de los cuatro consells y por eso pudo cerrar Televisió de Mallorca, que había escapado a su control tanto con  UM como con el PSIB, y centrar su estrategia de comunicación en los medios audiovisuales. La sensación de que iban a tener a la prensa escrita en contra y que no supieran entonces  cómo controlarla, que el relevo coincidiera con el peor momento de los medios (decenas, decenas, decenas y más decenas de periodistas se quedaron sin trabajo o empezaron a trabajar  en condiciones laborales propias de otro siglo) y, fundamentalmente, que la crisis inaugurara un gobierno de recortes, llevaron a Bauzá a considerar los medios de comunicación como la última pieza de su acción de gobierno. 'Lo que sea pero sin que nos cueste un euro. Ya vendrán si quieren' parecía ser su máxima del momento. Esa fue la carta de ruta   inicial del PP para lo que no fuera la tele y algunos proyectos audiovisuales. Incluso, seducido por la moda del momento, aquel poder autonómico llegó a imaginar que bastaban las redes sociales para vender su doctrina.  Pero no se puede atribuir únicamente al PP la errática relación que el poder balear ha tenido con los medios. Hay ejemplos y nombres de épocas anteriores que también contribuyeron a lo que vino después.  El análisis queda para otro día.

domingo, 11 de agosto de 2013

Atrapado en el espacio tiempo (Una reflexión desde el paréntesis)

Estoy convencido de que el 24 de julio de 2013, el día que viajé a Boquiñeni, me atrapó algo muy parecido a un bucle temporal que provocó una alteración en el espacio tiempo y deduzco que ahora habito en un universo paralelo, de los muchos posibles, que no es el mismo que dejé. Para entendernos: ‘Regreso al futuro II’ lo explica más o menos.
Esta no es una anotación como otras que ido guardando hasta ahora en esta ‘Caja de cosas’. Esta es una reflexión desde lo que yo creía un paréntesis en el que habitan letras minúsculas y juguetonas; como la ‘s’ en la que nunca sabes si vienes o vas, la ‘m’, que es como una montaña rusa o la ‘t’, sobre la que te puedes sentar y apoyar cómodamente la espalda mientras sacas la cabeza para ver lo que pasa fuera.
A la mínima que puedo, cada año por estas fechas, viajo en busca del tiempo perdido. Como escribió una vez Tomeu, mi Combray se llama Boquiñeni, pueblo aragonés de la ribera alta del Ebro que no tiene nada de especial, salvo que puede ser todo aquello que uno (o una) quiera que sea. Lo puedes llenar con lo que quieras y te puedes aburrir mortalmente o crearte un mundo propio en el que cualquier gesto o palabra te trae el recuerdo de otros o te prepara para nuevos descubrimientos. Cada año remuevo el tiempo pero temo que, esta vez, se me ha ido la mano y se ha producido una paradoja temporal con tantas idas y venidas adelante y atrás.
Muchas veces he dado la murga con mi afición por los viajes en el tiempo y quién sabe si la avería del avión que debía llevarnos a mi madre y a mí a Barcelona el 24 de julio de 2013 alteró el correcto discurrir del espacio-tiempo. La suspensión de aquel vuelo impidió conectar con el Ave a Zaragoza previsto para las 11 de la mañana. Llegamos tarde y hubo que coger un nuevo billete. Era mi primer viaje en Ave y todo sucedió el mismo día en que descarriló un tren de alta velocidad en Galicia. Aquel día, para más señas, Munar entró en la cárcel y su vida cambió. Demasiadas circunstancias cambiantes como para no relacionarlo todo con una alteración en el espacio tiempo.
Algo sucedió el 24 de julio de 2013, que modificó el devenir de los acontecimientos. Algunas consecuencias son de trascendencia pública, como que Bárcenas desapareciera de las portadas de los periódicos ante la tragedia de Galicia o que los medios locales tuvieran que informar, a la vez, de la suerte de Munar y del incendio en la Trapa, que se coló en los telediarios y en los medios de difusión estatal y también en el Heraldo y El Periódico de Aragón. Otras consecuencias son de ámbito privado, como que mi madre se fracturara un pie, ya de regreso,  y que eso me haya llevado a ocupaciones que no habría tenido de haber vuelto  al universo del que partí y no a uno alternativo.
Empezando a asomar la cabeza tras haber vivido encerrado en un paréntesis, los matices y claroscuros del periodismo son más que evidentes. Tanto en lo que cuentan los periódicos como en quienes los hacen. Anoto una novedad¸ que Pep María Aguiló (escritor de breverías y pequeñas historias que crecen mientras se van leyendo) publica ahora en DM. Tampoco eso era así cuando me metí en un paréntesis desde el que tuve ocasión de saludar a Cecilia, la ‘restauradora’ del Ecce Homo de Borja,  convertida  en  estrella mediática.
Tengo bastante claro que el periódico al que regresaré en unos dìas  no será el mismo del que me fui y que quienes nos dedicamos a esto del periodismo lloramos mucho pero, laboralmente, somos la mano de obra obediente que más interesa a un empresario en estos días de temores insuflados. Todo arranca (al menos eso era así antes de los acontecimientos que cambiaron su rumbo el 24 de julio) con la la obviedad esa convertida en una suerte de seña identitaria de que la profesión de periodista no es una profesión como las demás. Naturalmente que no lo es. Tampoco la de agricultor es una profesión como las demás. Del mismo modo que tampoco un electricista o un estibador portuario tienen una profesión como las demás. Ni la abogacía ni la medicina ni la enfermería son profesiones como las demás. Pero sólo quien se dedica al periodismo convierte una obviedad en un elemento trascendente. Desde el paréntesis se distingue claramente el error. Leyendo una monumental biografía de Goebbels, que he combinado con ‘Manual de socialismo y capitalismo para mujeres inteligentes’ de George Bernard Shaw, me doy cuenta de que si Hitler volviera hoy, la mayoría social reaccionaría como en la época de la Alemania nazi: mirando para otro lado. La gran diferencia es que, de vez en cuando, podríamos lanzar twits o mensajes de Facebook a las redes. La movilización de la época actual se ejerce, más que nada, a través de los dedos de la mano y ante una pantalla del ordenador. Agrupémonos todos en la tecla final.
En fin: llegado a este punto me temo que ya estoy más fuera que dentro del paréntesis. Sólo me queda prometer de forma solemne que seguiré buscando otros, sorteando de la manera que sea, el resto de palabras desagradables, números, mayúsculas (sobre todo si se unen para formar siglas, que son las palabras más molestas) o frases hechas que me vaya encontrando por ahí hasta hallar acomodo en un nuevo paréntesis. Y fin del rollo (o más o menos)

sábado, 29 de junio de 2013

El mundo en los días de Basilio (un periodismo peculiar)

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 Sólo un domingo de 1993 no se publicó en Baleares el artículo que Pedro J.  había escrito para la ocasión . Fue el primer domingo de Basilio Baltasar (Palma, 1955) en la dirección del periódico que, ese año, empezó a llamarse El Día del Mundo de Baleares. Se publicó el lunes en una página par. Los de coordinación con Madrid no entendían nada y fue la comidilla en la Redacción. ¿Pero que se ha creído éste  que se atreve a levantar la Carta del Director? Basilio Baltasar la  había ‘levantado’ (que es como se llama  en el periodismo escrito al hecho de retirar en el último momento una pieza que iba a  publicarse) para sustituirlo por su primer ‘óvalo’.
Llamábamos  ‘el óvalo’, o ‘los óvalos’ a las cartas a toda página que (a raíz  de aquella circunstancia )  Basilio Baltasar empezó a publicar   los sábados con sus peculiares análisis de la realidad. Eran textos a toda página que envolvían   una fotografía  o una ilustración enmarcada en una especie de óvalo. Recuerdo varias;  textos muy trabajados  que pretendían ser la denuncia o el aldabonazo  de la semana. Todo estaba muy cuidado, desde el titulo al párrafo final. Por ejemplo, un    ‘Yo acuso’ en que aprovechaba las mismas palabras que Zola utilizó en el ‘caso Dreyfus’, para cargar contra quienes, desde la clase política, no ponían trabas a la venta de tierras de Mallorca a extranjeros. Fue una de sus principales ‘apuestas informativas’  (que es como llamamos a las obsesiones en periodismo).

El primer artículo del nuevo director   no se publicó como ‘óvalo' sino con  formato de editorial. Era   27 de enero de 1993. Se titulaba  ‘En la Isla de las voces’, arrancaba en portada y empezaba así: “Yerra quien se precia de conocer el mundo. Yerra quien pretenda dominarlo. Se equivoca quien alberga ilusiones de poder perpetuo”.    Era el típico artículo (¡cuántos habré visto!) de inicio de nueva etapa y dedicado  a definir un  punto de partida y  enmarcar compromisos.  Un editorial en que también podía leerse lo siguiente: “Un atropellado exceso de marketing institucional ha confundido los valores de una sociedad que debe quererse a sí misma por encima de todas las cosas. La sociedad ha cedido, por abulia, indiferencia o ingenuidad, a abstractas instancias administrativas, voces, gestos, poder. Esta renuncia voluntaria (nuestra ha sido la culpa de esta flagrante omisión) ha permitido una Administración arrogante dispuesta a usurpar y concentrar competencias que una sociedad sana y justa debe recuperar, ejercer o disolver”.

Situémonos. Estamos hablando de 1993, los años de la bonanza, del todo vale, acabábamos de dejar los ochenta, hacía apenas diez años que Felipe gobernaba y el poder político autonómico de derechas  vivía cómodamente instalado después de una ‘modélica transición’ en la que, sí, habíamos estrenado libertad pero también habíamos heredado el  modo de operar de la dictadura. Veinte años después,  a  la vista de lo que ha venido luego y en plena era de agotamiento,  quizá aquel editorial de entonces  se entienda mejor hoy en estos tiempos de la sociedad indignada

Así, con estos mimbres y después de la ruptura de Rey Sol SA (la empresa de Barceló) con Información y Prensa, SA, que editaba Diario 16, nacía El Día del Mundo.  La empresa de Diario 16 reaccionó rápido. Un día antes de que saliera a la calle El Día del Mundo, ya estaba en los quioscos el nuevo  Diario 16 de Baleares que, con el tiempo,  dirigiría  Antonio Alemany.
 Fernando Reinlein, director adjunto de Diario 16, militar represaliado    por haber formado parte en 1974 de la Unión Militar Democrática (UMD),  aquel movimiento que emuló al de los 'capitanes de Abril' portugués  y a quien llamábamos ‘el capi’, fue  el artífice de aquella gesta. De la noche a la mañana consiguió sacar una edición que llevaba encartada un suplemento para las Islas. Al ‘Capi’  le  conocíamos bien en Palma. A él y a quienes,  como mi amigas  Mariló Suárez o Yolanda Garisoaín  vinieron con él para ‘Volver a empezar’, que fue como tituló su artículo el 26 de enero de 1993. ¡Qué recuerdos!

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Muchas veces he pensado en El Día del Mundo de Basilio Baltasar. Supongo que en la vorágine de medios de hoy en día, en la era de los tuits y retuits, de las informaciones inmediatas, de los  digitales  y de la precariedad laboral, no tendría posibilidad de supervivencia ya que un medio así no se entiende si no es de calidad y la calidad sólo se consigue con personal bien pagado. El Día del Mundo de Basilio Baltasar vendría a ser como esa idealizada , pero quizá inexistente,  La 2  de TVE a la que volvemos la mirada cuando queremos hacer una pausa pero que, únicamente,  puede existir de  la mano de otra. En aquel paréntesis, El Día del Mundo fue   un periódico ‘de autor’ alabado por personas tan diferentes como Joan Pericàs (Obra Completa, Sloper, Palma  2011), gran amigo que murió muy joven y que jugó un papel destacado  en el  proyecto,  o Miquel Segura , que  definió esa época  como ‘una de las etapas más libres del periódico’ (Francesc Gost, ‘Miquel Segura.La derrota i la mel’. Lleonard Muntaner, Editor, Palma 1999).

  Lo primero que hizo Basilio Baltasar cuando llegó al periódico fue decir que estaba de paso.  Tirando del ovillo de la Universidad y de la gestión de Nadal Batle alcanzó  a las vísperas de la caída de Cañellas; inicio una cruzada contra la venta de tierras  a capitales extranjeros y llenó sus páginas de ecologistas y ‘verdes’. Una vez, creo que de forma totalmente injustificada,  cargó contra el GOB  que es el referente del ecologismo balear. Vino con  una idea en la cabeza que, a la larga, terminaría por no ser compatible  ni con la propiedad del periódico en las Islas ni con el estilo más combativo que reclamaba  El Mundo en  Madrid. Se iba a la part forana de Mallorca, que es como llamamos en la Isla a los municipios que no son Palma,  a dar conferencias de presentación del periódico que dejaban sin habla a quienes lo escuchaban. Más que nada,  porque no le entendían. Recuerdo a un alcalde que, tras la presentación de rigor, dijo algo así como ‘Bueno, después de lo que ha dicho, tengo poco más que añadir’. Digamos que, con todos sus claroscuros,  tuvo algo de   Marqués de Esquilache intentando convencer a  la sociedad española del  1760  de   las ventajas de la Ilustración.  Recuerdo un titular que se le pasó en el periódico y que luego puso como ejemplo de lenguaje incorrecto: 'Rescatadas dos mujeres solas en una barca'. Explicaba que si hablábamos de dos,  y tratándose de mujeres, no cabía anotar 'solas'.   Años después, todavía  hay gente que llama El Día del Mundo a El Mundo de Baleares. 

martes, 11 de junio de 2013

Cañellas: "Yo no gobierno con periódicos"


No es habitual que un presidente balear reflexione largo y tendido sobre poder político y medios de comunicación. Gabriel Cañellas  lo hizo: el año anterior a su caída y  ante el congreso nacional de la Asociación de Editores Españoles que, en 1994, se celebró en Mallorca. Se admiten apuestas sobre quién redactó aquel largo discurso,  pero de lo que no cabe ninguna duda es que le sirvió  para dejar caer algunas de las claves personales que marcaron su mandato.  Por ejemplo: la diferencia  que establecía entre ‘opinión pública’ y 'opinión publicada'. Gabriel Cañellas, el mismo que una vez preguntó  a un periodista  ‘¿es que no sabes quién te paga?’, dijo ante el congreso de los editores que "los medios de comunicación son un buen vehículo para que la opinión pública pueda expresarse, pero sería una presunción y un peligro de totalitarismo querer identificar cada medio de comunicación con la opinión pública en mayúsculas”.
 Tenía razón pero, posiblemente,  no podía imaginar el primer presidente de Baleares que meses después iba a vivir su caída  en una suerte de aquelarre mediático en el  que no faltó nadie. Ni de Baleares ni de fuera de Baleares, ni medios escritos ni audiovisuales, ni los que le apoyaban contra viento y marea ni quienes  le cuestionaron en algún momento.  El día que  se cuente, con detalle, todo lo que pasó aquellas semanas   habrá que atender con especial interés lo que se oyó  en ‘las tertulias de radio’. Todavía no se habían popularizado las de la tele y nadie había oído hablar aún de las tedetés ni de sus voces desabridas pero ya se pudo comprobar (como luego iba a ocurrir en 1999, cuando el PP perdió el poder) que la falta de rigor y el desconocimiento de la realidad se impusieron sobre cualquier otra consideración. Pero aún había  que dejar pasar algún tiempo. Para entonces, cuando Cañellas habló ante patrones de las  principales empresas de comunicación de España,  Baleares vivía aún a  su ritmo y Cañellas, a finales de 1994,  todavía pudo decir:  “Aunque algunos no lo crean, yo también leo periódicos. Sin embargo, les de he confesar que no gobierno con ellos’.
¿Por qué cayó Cañellas y por qué los medios tuvieron un protagonismo tan destacado?

Al fin, Cañellas se va
 Yo, aun no trabajaba en Ultima Hora cuando leí aquel titular: ,"Al fin, Cañellas se va".
El 18 de julio de 1995, el diario Ultima Hora publicaba en su portada ese  titular a toda página. Aquel titular no era una primicia. En realidad, hacía ya varios días y varias semanas que estaba suficientemente claro que Gabriel Cañellas, presidente de la Comunidad Autónoma desde 1983 y que unos meses antes había ganado sus últimas elecciones, se iba. Lo sorprendente de aquel titular, con una coma impresa que nadie respetó al leer,  no era tanto que el presidente del Govern hubiera renunciado a su cargo, como las dos palabras mágicas que el periódico de mayor venta en las Islas utilizaba para enmarcar la noticia del día. Y del año. Y de la década: "Al fin".
Los titulares de los medios informativos escritos no son nunca inocentes ni gratuitos. Los titulares de los periódicos, sobre todo los que hacen referencia a grandes historias -y la dimisión de Gabriel Cañellas lo era- dicen más de lo que parecen significar a primera vista. Aquel "Al fin Cañellas se va" (ignoremos la coma) era más que un editorial. Era el reconocimiento oficial del final de una época. Tras ese grito de papel se escondía una liberación. Hacía años que todos los medios de comunicación de las Islas, y no sólo sus periodistas,  esperaban el momento de poder titular así, de poder gritar "Al fin".
En la España de 1995, el Partido Popular de José María Aznar se preparaba para ganar las elecciones que se celebrarían un año después. Durante mucho tiempo, el Partido Popular había puesto a Baleares y a Cañellas como modelo de gobierno. Después de la debacle de la UCD, en octubre del 82, y cuando nadie daba un duro de la época por él (ni siquiera en su propio partido)  se hizo con la presidencia del Gobierno Autónomo en las primeras elecciones. Y eso, que su primera experiencia en una carrera electoral democrática no había sido especialmente brillante:  ni  siquiera   logró ser elegido concejal. Aquel hombre que luego se convertiría en referente de toda una época acudía personalmente a los periódicos en su primera campaña en busca de una entrevista, en busca de su pedazo de papel. Quién le iba a decir que  tendría los medios  a sus pies. Y, sobre todo, quién le iba a decir que le despedirían diciéndole poco menos que ya era hora, vete ya.
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Durante los años que Cañellas presidió Baleares (1983-1995) muy poca gente en la cúpula nacional del partido dio importancia a las denuncias sobre corrupción que, de forrma más o menos espaciada, se colaban entre informaciones  condescendientes. Bastará recordar que a la vez que presidía la Comunidad Autónoma, de las Islas Baleares, era presidente de una fundación privada que también se llamaba Islas Baleares. Era la Fundació Illes Balears, financiada por hoteleros, cajas de ahorro,  proveedores y concesionarios del gobierno, grupos publicitarios y, lógicamente, los propietarios de los medios de comunicación, entre ellos El Día de Baleares. Precisamente, ese periódico que en 1981 fundaron , entre otros, el hotelero Barceló y el empresario ibicenco y dirigente del Partido Popular Abel Matutes  iba a representar un papel decisivo en la forzada dimisión de Cañellas. El Día, pese a las declaraciones de intenciones y a los principios fundacionales había nacido básicamente como periódico afín al Partido Popular, entonces  AP, y a los intereses económicos de sus fundadores. Los  llamados ' medios afines'  son los que finalmente terminan por poner en evidencia a quienes han creído defender. Tanto en Baleares como en el resto del Estado. Ha pasado antes y, seguramente, seguirá pasando.

Nadal Batle y El Día del Mundo
El Día, que desde 1993 salía a la calle con la cabecera El Día del Mundo  (por un acuerdo de coedición con la empresa editora de El Mundo que poco después daría paso a un cambio de acciones)  había iniciado una serie de informaciones sobre una de las instituciones intocables para la mayoría de los medios de comunicación: la Universidad y, más concretamente, sobre su equipo dirigente. Izquierda y derecha, el poder político y el poder económico balear, el Gobierno de derechas pero también la oposición socialista y, sobre todo, la nacionalista,  cerraban los ojos ante la gestión de un equipo rector dirigido por un nacionalista, Nadal Batle (Felanitx,1945-Palma, 1997) en la  que los negocios públicos y privados se confundían. Curiosamente, tanto el presidente arcaico de derechas (Cañellas) como el rector progre nacionalista aparentaban reírse mutuamente uno del otro. Aunque, en teoría poco les unía (si se exceptúa su origen mallorquín y que ambos representaban al poder), los dos tenían una batería de fieles dispuestos a regalarles los oídos. Los dos resultaban sumamente graciosos para sus seguidores  y todos  querían estar a bien con ellos.
Como otras tantas instituciones y particulares de las Islas, el equipo rector de la Universidad había recurrido a una agencia de valores, Brokerval, para dar rentabilidad a su dinero, es decir para especular. Brokerval no fue sino el anticipo balear del PP de lo que luego sería Gescartera y otros episodios que serían utilizados para facilitar la primera mayoría de Aznar.
 Vanagloriarse de las exclusivas parece que va con el sueldo de los periodistas. Posiblemente los cuatro periódicos de información general diaria que se publicaban entonces   en las Islas  estén convencidos  de que gracias a sus respectivas investigaciones  estalló el Caso Brokerval y  el Caso Túnel de Sóller que, poco después,  arrastraría al presidente balear. Lo que sí parece claro es que El Día (precisamente por ser el periódico de la derecha más identificada con el PP) jugó un papel relevante en los acontecimientos que llevaron a la caída de Cañellas y a que se perdiera el miedo a romper todo aquel entramado que aún depararía jugosos capítulos que todavía se están escribiendo en 2013.
Si en un primer momento la línea de El Día del Mundo, dirigido entonces por el editor Basilio Baltasar, fue centrar sus pesquisas en la universidad, su relación con la Caja de Ahorros de Baleares (cuya marca comercial es sa Nostra, "la nuestra", en mallorquín) y la comercialización de los ordenadores Mackintoshs, tras la marcha de éste,  la investigación se volvió con toda su intensidad hacia el PP. El periodista Joan Pericàs (1960-2010) dejó descrita  en un libro que sólo se publico tras su muerte (Obra Completa, Sloper, 2011) aquella época de ilusiones. Pericàs describe de forma admirable las sensaciones que se vivían en el  El Día del Mundo   cuando Basilio Baltasar consiguió, por un breve tiempo, crear  'un periódico de autor'  que nada tenía que ver con el que se fundó para defender los intereses de AP y con el  que años después pasaría a dirigir Eduardo Inda. El paréntesis de Basilio Baltasar merece un capítulo aparte de la crónica periodística, un capítulo  que  irá en línea con lo que dejó escrito Pericàs.
En aquella época, al periódico que estaba a punto de pasar a denominarse El Mundo-El Día de Baleares, le convenía un cambio de estrategia: Cañellas ya no vendía y, encima, era un obstáculo para el ascenso de Aznar a La Moncloa,  que se concretaría meses meses después aunque no con una mayoría tan amplia como la que imaginaban. A El Mundo de Pedro J.Ramirez -abanderado de la denuncia de la corrupción en los años del felipismo- le interesaba entonces denunciar algún caso de corrupción de la derecha y la red  organizada e institucionalizada desde el Partido Popular de Baleares estaba a punto de caramelo. Estaba claro entonces que Aznar quería predicar con el ejemplo y que antes de llegar a La Moncloa era preciso que rodara alguna cabeza.

Llega Fidalgo
Fue así como aquel hombre de Bunyola, que presumía de payés sin serlo y al que le gustaba pasar por ignorante (también sin serlo) se cruzó en el camino de  Aznar. Pero todo aquello, y lo que vino después, no se podía prever cuando Cañellas pontificaba ante los editores de prensa y daba lecciones sobre el papel de los medios. En 1995, Cañellas y su política -o su "no política" como siempre ha mantenido otro periodista que ha ejercido gran influencia en la sociedad mallorquina y que pasó de ser su consejero a su acérrimo enemigo, Antonio Alemany- habían comenzado a incomodar ya a sus máximos beneficiarios. Los tiempos estaban cambiando y la denuncia del caciquismo que, todavía en la primera mitad de los noventa del siglo XX seguía intacta, no podía quedarse atrás.
Todos los periódicos de las islas apostaron claramente por el cambio, por el relevo en la presidencia. Incluso El Día del Mundo.  Bien es cierto que, por entonces, parecía que la simple sustitución del fundador del partido iba a ser suficiente. Era la estrategia del PP y también de los grupos empresariales y los grupos de poder que habían empezado a ocupar las páginas de los periódicos por el caso Brokerval. En Baleares todos se conocen pero nadie tenía intención de tirar de la manta. Y menos de cambiar de manta. Era suficiente, en 1995, con darle la vuelta y que todo quedara en casa.
La llegada de un nuevo director al periódico  tuvo que ver mucho en en la "caída" de Cañellas. Luis F. Fidalgo, uno de los periodistas que acompañaron a Pedro J. Ramírez en el lanzamiento de El Mundo  (1989) fue decisiva para convertir el caso Brokerval, que se destapó en la etapa de Basilio Baltasar y sus informaciones sobre la Universidad, en una cuestión básicamente política que ponía en cuestión los cimientos del cañellismo. Las instrucciones con las que llegaba Fidalgo, las ganas de la Redacción de Baleares en trasladar a las Islas la estrategia estatal de El Mundo (el blindaje de la Banca March sobre Bon Sosec no se publicó claramente en letra de molde hasta que Fidalgo asumió la dirección;  la Banca March era una de las instituciones innombrales)  y el deseo de protagonismo de algún político del PP sirvieron para que unas informaciones que si bien eran conocidas en las Islas, sólo habían tenido difusión nacional a través del diario El País ("eres de El País, voy a poner cara de corrupto", decía Cañellas cuando veía a un fotógrafo de ese periódico, según ha contado su corresponsal en Baleares, Andreu Manresa), fueran de boca en boca en las tertulias radiofónicas. Diarios como El País,  El Periódico o La Vanguardia enviaron corresponsales especiales a Baleares y El Mundo de Pedro J. dio especial relevancia al caso de Baleares. Cuando en una sesión del Congreso,  González echó en cara al entonces líder de la oposición, José María Aznar, lo que pasaba en las Islas y  éste le respondió que actuaría con todas las consecuencias, estaba claro que Cañellas se había vuelto vulnerable. Hasta un exconseller de Cañellas  se fue a la Redacción de   El Día a contar que  ' lo  de Baleares'  se iba a investigar caíga quien caiga. Fue portada.
 A "los de Madrid" el caso Sóller y el caso Brokerval les parecía un filón. No entedían bien de que se trataba pero eran asuntos con los ingredientes de casos típicos de corrupcción tan en boga en la época. Toda la prensa entró al trapo. Para los medios más identificados con el Gobierno socialista, se trataba de poner en evidencia que allá donde gobernaba el PP, y pese al discurso regeneracionista de Aznar, la corrupción de los populares era igual o mayor que la de los socialistas. Para los medios que querían que Aznar fuera presidente, el caso balear debía ser utilizado como el definitivo trampolín. El candidato del PP tenía que cortar por lo sano y jubilar a Cañellas. Solo quedaba que un  Informe Semanal de la televisión pública, se ocupara del caso. El ciclo quedaba prácticamente cerrado.
   (Años después, lo que son las cosas, Cañellas optaría por ir a un programa de la Ser Mallorca para hablar de aquellos días en los que se vio forzado a dimitir. Y allí explicaría a Marisol Ramírez  que el principal reproche que le hizo Aznar fue que había perdido la batalla informativa. El mismo Cañellas que, en 1994,  presumía de gobernar sin periódicos. Otro presidente balear, 17 años después, también llegó al Gobierno con la idea de gobernar sin periódicos. Al menos con la idea de cambiar la relación entre poder político y medios de comunicación que habían mantenido Jaume Matas y Francesc Antich.  Se llamaba José Ramón Bauzá. Pero esa es otra historia)




miércoles, 22 de mayo de 2013

'Señoras y Señoras'

Se llamaba 'Señoras y Señoras'. Fue el primer programa feminista que pudo oirse en la radio de las Islas, allá por la segunda mitad de los años 70, antes de las primeras elecciones. Se emitió en Radio Mallorca, que estos días anda de cumpleaños. Estaba hecho por feministas como  Leonor Taboada, Jimena Jiménez, Malén Cirerol y otras más. Se hacían llamar 'Colectivo Pelvis'  y  dieron mucho que hablar esos años. Las cuñas publicitarias de aquel programa son hoy  inimaginables en estos tiempos de vuelta atrás en las costumbres. Lo patrocinaba una empresa de electrodomésticos, AEG, pero las creadoras del programa supieron ponerle imaginación y hallar complicidades en el mundo de la publicidad.   También eso forma parte de la historia, de esa historia que no hay que dejar perder en estos tiemposde mudanza y de cierre de cabeceras como la  del 'Balears' (continuador del 'Baleares') que hoy ha salido a la calle por última vez en su versión impresa. Radio Mallorca cumple años y el 'Baleares desaparece después de 74. Contrastes.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Regreso al planeta de los simios

Estamos en vísperas del cuerpo a cuerpo. Después de que un inmigrante sin tarjeta sanitaria muriera en Baleares de tuberculosis tras un laberíntico peregrinar por los servicios de salud de Mallorca, sólo cabe la intransigencia o la rebelión. O reconocemos de una vez que los monos ya están entre nosotros y les paramos los pies o ya sabemos qué nos espera cuando lleguemos a la playa. Primero nos engatusaron, se aprovecharon de nuestras debilidades y hasta les reímos las gracias. Sin darnos cuenta, y ante nuestras narices, empezaron a cambiar el sistema de arriba abajo. Pero ha llegado la hora de decir basta. Estamos a punto de culminar el viaje del astonauta Goeoge Taylor pero sin subirnos a una nave espacial. O nos levantamos y nos preparamos para el cuerpo a cuerpo o llegaremos a la playa y lo que veremos no nos gustará nada. Lo que tuvimos alguna vez será ya una ruina y sólo nos quedará agachar la cabeza y gritar 'Qué habéis hecho, os maldigo a todos'. Eso sí: Mirándonos al espejo.


viernes, 26 de abril de 2013

¿Es que no sabes quién te paga?


Éramos periodistas, íbamos a comernos el mundo y, pasada cierta hora de la tarde, también a bebérnoslo. A Mariló Suárez , que se sentaba a mi lado, la llamábamos 'la Praviana'. Posiblemente fue una ocurrencia de Jaime Jiménez que luego perduró. Además de reportera del 'Baleares', Mariló era la corresponsal del ‘Diario 16’. Siempre, en algún momento de la jornada, agarraba el auricular del teléfono, se ajustaba las gafas y le oía decir: “Un cobro revertido con Madrid, por favor”. Contactaba con una secretaria y dictaba sus crónicas. Años después, 'la Suárez', que también la llamaba así, publicó una biografía de Joaquín Almunia (‘Los secretos de Almunia’, Alba Editorial SL, Barcelona, 1998) y, mucho más tarde, un libro (‘Los Ortiz,’ La Esfera de los Libros, Madrid, 2006 ) sobre la familia de la princesa Letizia, asturiana como ella. Pero en 1984 aún faltaba mucho para todo eso.
Mariló no era entonces la única que, en aquel ‘Baleares’,  simultaneaba el periodismo local con una corresponsalía . También estaba Juan Pasarón, corresponsal de ‘El País’. Hasta yo fui corresponsal. Corresponsal del diario 'mas rojo' de España, el diario ‘Liberación’. Su vida fue breve. El primer número se publicó el 9 de octubre  de 1984 y el último el 20 de marzo del año siguiente. Editado por una cooperativa que había lanzado un 'manifiesto', se presentaba como 'el primer diario a la izquierda del país', un guiño claro para marcar distancias con el  periódico de Prisa que, para entonces aún no había incorporado el acento a la ‘i’ de su cabecera. Aquel periódico, tanto por la concepción del proyecto como por el espacio que pretendía ocupar, podría compararse a ‘La Marea’, de 2013 o a su antecesor de papel, ‘Público’.
La verdadera historia de ‘Liberación’ está contada en un libro (Liberación. Desolación de la utopía, Ediciones Libertarias, Madrid, 1985) escrito por Andrés Sorel,  presidente de aquella cooperativa, meses después del cerrojazo. Un libro que alude, incluso, a algo que como 'corresponsales'  vivimos muy de cerca en Mallorca: la llegada, por sorpresa, del coronel líbio Moammar El Gadhafi  en diciembre de 1984. Según me enteré por el libro de Sorel, mientras pasábamos nuestras crónicas sobre aquel insólito hecho acaecido en Mallorca (Gadafi, Felipe González y Bruno Kreisky reunidos sin previo aviso en Santa Ponça) , en ‘Liberación’ se estaba desarrollando una negociación de altura: una comisión de la cooperativa que lo editaba había viajado a Trípoli ¡en busca de un acuerdo de colaboración que  diera  garantías a  la supervivencia económica del proyecto! Naturalmente, no fue posible. Seguramente, el último número de ‘Liberación’ fue el más vendido y hubo lamentos sobre lo que suponía que 'se apagara una voz' en el universo de la prensa libre. Como es de rigor, conservo aquel último ejemplar en mi almacén de banderas rotas.
Pero entonces yo estaba en otra historia. Me había cruzado, informativamente hablando, con el primer gran caso de corrupción del Gobierno autónomo, el ‘caso Zeus y Torcal’. En resumen: presidente de Gobierno encarga a empresa familiar obras de reforma en dependencias de la Administración autonómica. Nada nuevo visto desde hoy. Ni que decir tiene que mis crónicas para ‘Liberación’ (sobre esa historia o sobre otras) siempre iban más allá de las que publicaba en el ‘Baleares’. Y eso que, en aquella época, la relación entre la empresa editora y el Consolat de la Mar (la sede de la Presidencia) no era especialmente buena. Aquel caso fue mi primera oportunidad para conocer de cerca los entresijos que marcan las relaciones entre medios y política.
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 Estaba ya en ‘El Día'  (no sé si  ya  era DÍa del Mundo o Día 16)  cuando me dijeron algo que quienes se han dedicado a todo esto han escuchado en algún momento y, casi siempre, en tono de amonestación. Son siete palabras que, generalmente, van entre signos de interrogación: “¿Es que no sabes quién te paga?” A mí me lo preguntó el presidente Gabriel Cañellas y lo hizo precedido de un añadido difícil de olvidar. La frase concreta fue “Cabrón, ¿es que no sabes quién te paga?” Bastará recordar (para enmarcar ese comentario) que Cañellas, a la vez que presidía la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, era presidente de una fundación privada que, curiosamente, también se llamaba Islas Baleares. Era la Fundació Illes Balears, financiada por hoteleros, cajas de ahorro, proveedores y concesionarios del gobierno, grupos publicitarios y, lógicamente, los medios de comunicación; entre otros el medio para el que yo trabajaba. Aquel día, en el periódico, aparecía publicada una información sobre su Fundación y al president no le gustó.
En la segunda mitad de los ochenta, la primera filtración sobre el nacimiento de esa Fundación había partido del gabinete de prensa del Ejecutivo. Una prueba de página, con titular incluido, llegó por fax desde un medio de comunicación al Consolat y allí se dio el visto bueno a su publicación. Supongo que, por eso, el president se vio en la obligación de recordarme que el dueño del periódico, el hotelero Gabriel Barceló, era uno de los principales patronos de la Fundació Illes Balears.

Nunca he estado del lado de quienes han visto en el estilo del primer presidente de Baleares el de la persona que necesitaría ahora , en la época de presidente Bauzá, el PP balear para pacificar el partido. Siempre he desconfiado de esa imagen con la que se le quiere reivindicar como ‘regionalista’ pegado a la tierra y ‘presidente bonachón’. Cañellas, con el apoyo de quienes le sostuvieron entre 1983 y 1995, fue culpable solidario de todo lo que vino después. Baleares SA, expresión acuñada por Andreu Manresa y que luego llevó a un libro en que recopilaba sus crónicas (‘Baleares SA: lo ha dicho El País, Res Pública, 1998) nació con Cañellas y sólo cuando dejó la presidencia empezaron a darse las condiciones para que aquel entramado de intereses emergiera y fuera derrumbándose. También, a partir de ahí, se inició un ‘reposicionamiento’ de todos los medios de comunicación.  Pero los cascotes de la demolición de Baleares SA y de su filial mallorquina de contratas aún siguen trajinándose por los juzgados.

domingo, 21 de abril de 2013

El 'Baleares' (Primer apunte)

¿Por dónde empiezo? ¿Por la primera vez que entré a aquel piso del Paseo Mallorca y me vi  con Lorenzo Ripoll en un destartalado despacho? ¿Cuento que llevaba, en el bolsillo, un par de folios escritos a máquina que había redactado tras haber seguido una jornada de regatas? ¿Cuento lo que sentí tras ver publicado 'aquello? ¿O tengo que empezar por mis colaboraciones esporádicas con los sucesivos directores que fueron pasando en los últimos tiempos en que el diario 'Baleares' se editó bajo la cabecera de Medios de Comunicación Social del Estado? ¿O empiezo por aquel contrato que Heliodoro Muñoz (HM)  me hizo a mí y a otros dos niñatos cuando quedaban tres o cuatro meses para la subasta del periódico? ¿Tengo que empezar por aquel día en que, recién llegado, HM me encargó (nada menos) que un editorial porque no se fiaba de nadie más? ¿O tengo que optar  por la historia, recordar al gobernador Martín Plasencia y al dirigente del PSOE Emilio Alonso y contar cómo se gestó la compra del 'Baleares'? ¿Me quedo en Jaime Jiménez y recuerdo que 'por su culpa' me llaman Sandy? ¿Empiezo por aquella tarde que vine encantando de  haber hablado con  Ernesto Cardenal y Jaime Jiménez comenzó a llamarme 'sandinista'? ¿Hay que empezar por el  día en que Pedro Serra me envió con Pedro Prieto al puerto para  informar de  la llegada de un barco? Gracias a aquella' misión' supe de la existencia de unos tipos que se llamaban 'prácticos'? Claro que yo no me perdonaría hablar del 'Baleares' y no citar a Gabriel Ferret, una especie de figura  iniciática para tantas cosas. Gabriel Ferret, 'Sobral',(un ácrata imprescindible)  es un personaje fundamental en  mi entrada al  universo periodístico . En fin, no sé de qué manera daré forma a toda esta historia. Pero hoy no me queda más remedio que dejar constancia acelerada de todo aquello (incumpliendo ese consejo que me dio hace unos días Jordi Bayona de ser más ordenado y no publicar nada hasta que sepa lo que quiero contar) ya que, este domingo, se hace  oficial que el 'Baleares' dejará de publicarse como diario el próximo 22 de mayo. Y me  he sentido 'tocado'.

jueves, 11 de abril de 2013

Los años de Matas (y de Javier Mato)


(Nueva entrada de mi proyecto de algo sobre medios  que todavía no tengo claro)



La primera vez que el socialista Francesc Antich llegó al gobierno autonómico, lo hizo con la complicidad de la mayoría de periodistas que se encargaban entonces de la información política. Con independencia del posicionamiento de las empresas, los “informadores políticos” se mostraban, mayoritariamente y por razones diversas, claramente favorables al cambio. Sucedía, en cierto modo, lo que años atrás había ocurrido en la primera victoria electoral de Felipe González. El ambiente vivido en La Lonja durante  la proclamación de Antich –el 27 de julio de 1999, horas después de una toma de posesión anticipada para que el nuevo presidente recibiera al Rey- parecía entonces, difícilmente repetible. Existía una clara complicidad motivada, entre otras cuestiones, por la estrategia informativa de Jaume Matas y del que había sido su jefe de comunicación, Javier Mato, hoy dedicado a la formación de periodistas a través del centro Alberta Jiménez, asociado --  en un primer momento--  a la Universidad de las Islas.
Matas y Mato habían dejado demasiados cadáveres entre la profesión  para no esperar con interés el relevo. Tanto el del propio Govern, que suponía dejar paso a la alternancia política por primera vez en 16 años, como, por lo que se refería a la relación que iba a tener el nuevo poder con los medios de comunicación. La ceremonia de la Lonja representó un momento de ilusión y esperanza que ya no se volvió a dar, tampoco en 2007 cuando Antich volvió a la presidencia. Naturalmente hubo excepciones. Desde El Mundo, el periodista Antonio Alemany, que juega un papel fundamental a la hora de esbozar cualquier intento de análisis de la relación entre política y medios de comunicación, saludó aquella esperanza con un artículo titulado “Sosiéguense” en el que escribía que “la celebración multitudinaria por la venida del Mesías de la izquierda es un gesto de mal gusto”.
A los periodistas y a las empresas de comunicación les interesaba especialmente saber cómo se iba a resolver el relevo de Mato. El nuevo ejecutivo optó por dar rango de dirección general al área que hasta entonces había gestionado la mano derecha (o las dos, según se mire) de Matas. Le sustituyó Jordi Bayona que para entonces se encargaba de la dirección del Club DM, el foro de debate del Diario de Mallorca y que antes había sido jefe de prensa del PSOE balear cuando Joan March fue secretario general.

El descubridor de su antecesor, de Javier Mato, no había sido, sin embargo, el luego ministro de Medio Ambiente. El  primero en fijarse en Javier Mato fue Alejandro Forcades,  conseller de Hacienda cuando Gabriel Cañellas presidía aún el Govern.
Forcades aparecía como un extraño personaje, una persona muy peculiar, alguien que no se sabía qué pintaba exactamente en el universo del PP, si se exceptúa su relación, desde pequeño, con Cañellas. Alejandro era hermano de otro Forcades, Juan. En los años duros del cañellismo Juan Forcades actuó como máximo responsable en Mallorca del PP insular y, a su vez –con  su hermano de conseller-, fue presidente de la Caja de Ahorros. Los dos Forcades se granjearon enemigos importantes. Juan Forcades aún prestaría unos meses después un último favor a Cañellas al aceptar ser su candidato en el congreso tras un frustrado intento para que lo fuera  Catalina Cirer. Alejandro Forcades, por su peculiar forma de ser, logró atraerse simpatías entre periodistas, sobre todo entre los más jóvenes. El conseller era un buen conversador, leía y, cuando se ganaba su confianza (lo que era difícil; por ejemplo, imponía el usted en las conversaciones, era muy reservado y arrastraba historias familiares profundas), era capaz de dar una visión nada ortodoxa de los políticos que le acompañaban. Incluso de Matas, que comenzó de director general de Presupuestos (una idea de Cañellas)  y luego le sustituyó como conseller de Hacienda. Forcades también mantenía opiniones críticas hacia su antecesor, Cristòfol Soler. Alejandro Forcades fue conseller entre dos personas (Soler y Matas) que luego llegarían a presidentes.
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Alejandro Forcades fue el primero en darse cuenta de la necesidad de contar con un jefe de comunicación, o un propagandista, al margen del gabinete de prensa del Govern, por entonces –en la época de Cañellas- muy menguado si se compara con lo que vino después. El conseller se dio cuenta de la necesidad de contar con alguien de su confianza y que conociera a los medios, les contactara  y tradujera sus ideas, tras un acto con responsables de la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares (Caeb). "Necesitaríamos a alguien así, un asesor de prensa”, le comentó a un director general. Así llegó Mato a Hacienda. Forcades defendió su contratación a capa y espada. Y fue a una comisión del Parlament a argumentarlo. El conseller Forcades, y todos los que alguna vez han trabajado con él coinciden:  era un jefe duro, lleno de manías y que exigía máxima lealtad. Lo cierto es que de esa conselleria, de la de Forcades en Hacienda, surgieron un grupo de políticos que luego harían carrera: desde el propio Matas a otras dos personas que serían nombrados consellers con el PP: Antoni Rami y Manuel Ferrer.
Relevado Forcades por Matas, Mato siguió con el nuevo conseller y con él permanecería también unos meses en el Ministerio  al que le acompañó tras pasar previamente por Nimbus, la agencia de publicidad que –directamente y a través de filiales- sirvió al PP y a Matas para sus estrategias. El principal mérito de Mato, cargando con su fama de gran trabajador y rastreador de papeles (en el DM sacaba ‘primeras’ de boletines oficiales que entonces nadie leía) fue convertir a Matas en una fotografía. La campaña electoral de Matas en 1999 es (casi) obra única y exclusiva de Javier Mato. No terminó demasiado bien con el hoy multiimputado pero se las ingenió para marcharse sin hacer ruido.
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Recuerdo una conversación con Mato, en los pasillos del Parlament, durante la primera presidencia de Matas. Hablábamos de la estrategia del president de dar publicidad a todo lo  que hacía, de los viajes, de lo que empezaba a parecer un claro objetivo de acoso -por no decir 'compra'- de los medios de comunicación. El me dijo que no habían inventado nada y que eso es lo que hacía Jordi Pujol en Catalunya. Efectivamente, así era. Luego, cuando Antich sustituyó a Matas, lejos de parar aquella estrategia, fue en aumento. Visto de lejos, seguramente, el primer Govern del Pacte, pudo haber prescindido de esa manera de actuar o -al menos- rebajarla considerablemente. Antich -ya se ha dicho- había llegado   a la Presidencia con la 'complicidad' de la mayoría de  periodistas y (pasados los primeros momentos de 'duda') los medios se adaptaron facilmente a los nuevos tiempos. Pero se ve que en política y periodismo siempre se tropieza dos veces en la misma piedra.


Han pasado bastantes años desde entonces. El Gobierno de Baleares lo preside en 2013  el farmacéutico José Ramón Bauza y , de todos los presidentes que han pasado por el Consolat de Mar,  es el único que ha intentado romper el modo de relacionarse con los medios. Los cuatro presidentes anteriores –incluido Soler, El Breve- se dieron cuenta de la importancia de esta relación. Cañellas, que terminaría vencido por los medios, reflexionó en público sobre su papel. Como fue el más longevo en la presidencia le dio tiempo a calibrar su poder real y hallar el modo de torear a la 'opinión publicada' (la ocurrencia de distinguir opinión pública de opinión publicada es de Felipe González); Cristófol Soler, al que no le dio tiempo a hacer nada, intentó seducir a los opinadores. Lo consiguió en parte aunque a la hora de buscar apoyos, recurrió a plumas que estaban a años luz del PP y se olvido de los articulistas “de derechas”. Además, con la  vitola de nacionalista con la que intentó pasar a la historia, lo que logró fue precipitar su caída (.......)
Matas, gracias a Mato, se aprovecho hasta el máximo la irrupción de las nuevas tecnologías, principalmente los audiovisuales, y gobernó más para los medios de comunicación (o para la proyección pública de sus actuaciones) que para el día a día. Los periodistas, los “curritos”, acabaron hartos de esa estrategia. La etapa de Matas es la de los viajes, de los viajes pagados. Las comitivas oficiales incluían a periodistas que luego ‘contaban’ lo que pasaba. Y no sólo eso: mediante un programa de difusión de nuevas tecnologías, desde la Presidencia balear se endosó a cada uno de los medios locales una terminal de ordenador para ir explorando lo que estaba a punto de ser el futuro, y que hoy es presente: Internet.

domingo, 31 de marzo de 2013

El escaparate de Inda


(Este texto, al igual que otros por el estilo,  forma parte de un proyecto de algo, no sé de qué ,  aprovecho para dejarlo por aquí )
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Año 2002. Las referencias sobre Eduardo Inda no podían ser peores. Antes de desembarcar en El Mundo/El Día de Baleares, que se editaba en Palma, había dirigido la edición del periódico en Eivissa.
La edición de Eivissa no era en puridad una delegación de El Mundo de Pedro J. Es decir, que no formaba parte, exactamente, del proyecto fundacional del diario. Era un periódico montado por un sector del PP en las Pitiusas y empresarios turísticos de la Isla contrarios, de hecho, a algunos de los postulados que El Mundo decía defender en su línea editorial. Desde el principio, eso sí, fue un periódico “antipacte” y especialmente anti Pilar Costa pese a que ni al PP ni a los empresarios ibicencos que financiaron el proyecto les gustó el estilo de la nueva cabecera.
Lo que hacía el periódico –sin el apoyo, cuando no con la oposición, de la dirección de Mallorca- era trasladar el estilo “agresivo” que el diario de Pedro J. utilizó en la última etapa de Felipe González. A falta de escándalos sonados como los Gal, Ibercorp o los papeles del Cesid, hubo que recurrir a otros asuntos más de andar por casa que desconcertaron, incluso, a los patronos del proyecto y a sus valedores políticos. El propio líder del PP, el entonces coordinador del partido, Josep Juan Cardona llegó a quejarse de que Inda pretendiera marcarle como debía ser su estrategia política y parlamentaria. El Mundo sacaba un tema y el PP debía llevarlo al Parlament. Estas cosas funcionan así. Sobre todo si se habla de información política.

Quizá se debiera a su carácter peculiar, quizá a la tupida red de intereses, a las complicidades que da el hecho de ser Islas o la cultura mediterránea. Lo que, en aquellos años, parecía bastante claro es que había  un tipo de periodismo que podía  tener éxito en Madrid y que no funcionaba  ni en Cataluña ni en Baleares. En Cataluña, el nacionalismo de Pujol supo aprovecharse bien de la forma de ser catalana y nadie, durante años y años, se atrevió a salirse del guión aceptado por todos los medios. Con la idea de romper este estilo, tan propio de Baleares, llegó Inda; primero a Eivissa y luego a Palma.

Aparentemente, la estrategia del director no iba ni con el 'espíritu balear' del momento (recién empezado el siglo XXI)  ni siquiera con el ibicenco. Titulares agresivos, grandes historias sobre noticias que no lo eran, explotación diaria de asuntos que se habían agotado (a veces desmentido) el mismo día de su publicación, afortunada elección de frases pegadizas para mantener vivos los temas, como “la web del Govern que enseña a drogarse” para referirse al patrocinio desde la Conselleria de Bienestar Social de una web sobre toxicomanías, marcaban el día a día. Ese asunto, “la web del Govern que enseña a drogarse”, se convirtió en una cruzada personal de Inda. La verdad es que, por la novedad del estilo, la gente hablaba de El Mundo e incluso se seguían las noticias. Hasta algún líder político llegó a ver útil el estilo  del diario en Eivissa, aunque no fueran precisamente los políticos del PP. “Es mi cruz” comentó el entonces ministro Jaume Matas a quien (en teoría), el periódico, debía allanarle el regreso a la presidencia del Govern en las elecciones de 2003.
Paradójicamente, el político con quien mejor relación llegó a tener Eduardo Inda fue el diputado verde Joan Buades. A ambos les unía la crítica feroz a la presidenta insular, Pilar Costa a quien el director bautizó como “la jefa”. La primera vez que Joan Buades visitó la redacción del diario en Eivissa se extrañó mucho de ver colgadas en las paredes páginas con su foto y anotaciones a mano al estilo de “muy bien, Joan”, “dales” y cosas por el estilo.
El director lo comentó un día: “A mí no me interesa ni el PP, ni el PSOE, ni ningún partido, lo que yo quiero son titulares que vendan”. Por eso daba varias vueltas de tuerca a los titulares. Los titulares (con muy buen criterio, por cierto) eran la obsesión de Inda. Lo tenía bastante claro y una vez lo explicó así: de nada te sirve tener la mejor tienda de diseño sin un buen escaparte.

No es que la teoría fuera mala.  Es que no la supo aplicar. Con la distancia, cuando se pueda analizar El Mundo de Inda (sobre todo el de Mallorca) habrá que señalar dos características que fueron las que llevaron, entre otras causas a la desmotivación (y finalmente abandono) de una parte de la, en general, muy excelente Redacción: el desprecio a los matices y la desconfianza en el producto final.
La gente de la Redacción lo debatió mucho, sobre todo en los días previos a la “fuga”. La dinámica de los periódicos es perversa. O te implicas o no te implicas y si te implicas puedes terminar por asumir todo lo que venga. El Mundo nunca llegó a publicar una mentira total. Lo que sucede es que no publicar una mentira no es sinónimo de publicar la verdad. La dinámica del trabajo en las redacciones te lleva a aceptar ese hecho. Un titular, se dice, es la interpretación de un texto pero nunca cabe en un titular todo lo que se quiere decir y el titular debe resumir. El famoso escaparate.
Cuando en un escaparate se da el mismo valor a todos los productos, cuando no se distinguen ni se ordenan, se termina por no saber qué es lo que se quiere vender. Atendiendo sólo a los presuntos gustos del público, la calidad es imposible. En las páginas de un periódico –una perversa herencia de las televisiones- pueden aparecer correlativamente noticias como el asesinato de una mujer, la eliminación o el triunfo de un lugareño en un concurso de la televisión, la última intervención del presidente del Gobierno o los datos del paro. Eso fue lo que le pasó a El Mundo donde, además, a la hora de los análisis todo se dividía en buenos y malos. Y los malos, en general eran siempre los mismos. Sin matices.

En Agosto de 2002 –tras la salida paralela del anterior director y del gerente, que sólo se explicaría algún tiempo después- Eduardo Inda desembarcó en Palma. Su primer artículo firmado, el 18 de ese mes, en su columna semanal Los Puntos sobre las Ìes, llevaba por título 'Vientos de Cambio 'y en él avanzaba que “Seguiremos siendo, con más intensidad si cabe, el pepito grillo de la sociedad balear, el altavoz de lo que otros callan”.
Leído así (y como ocurre siempre con los textos genéricos), una excelente declaración de principios. Sin embargo, había algo más.

domingo, 10 de marzo de 2013

El PSOE como problema

Lo peor que le podía pasar al PSOE es lo que le está pasando: que prácticamente nadie, más allá de su militancia más entusiasta y de quienes se encargan ahora de defender sus propuestas desde la oposición, se lo imagine gobernando. Cuando eso ocurre, cuando un asunto tiene que ver más con los sentimientos que con la realidad objetiva, hay poco que hacer. Que con la que está cayendo, cueste imaginar al Partido Socialista gobernando, permite aventurar que se puede llegar a conformar una buena oposición pero poco más. Conozco a gente que, incluso ahora, no votaría al PSOE aunque lo haya hecho en momentos que podrían llegar a compararse con el actual. Hay quien llega a imaginar que el PSOE, e incluso el PSIB, puede alcanzar algún gobierno. Ha pasado en Ponferrada, podría pasar en alguna comunidad y, también aquí, sucedió en épocas pasadas. Pero, a  la larga, ese tipo de atajos, se demuestran totalmente inútiles.

jueves, 7 de marzo de 2013

La maleta del 8 de marzo (La epopeya de las mujeres contada en los días del Govern de hombres)

Hubo una vez un país en que cada 8 de marzo, como el de este año,  era casi una obligación salir a pasear con la misma maleta. Era uno de los pocos países del mundo sin mujeres en el Gobierno. Y eso que, años atrás, las mujeres estuvieron  en primera línea y hasta consiguieron remover estructuras que parecían inamovibles y pusieron las bases para una transformación de  las costumbres yel modo de actuar que luego se incorporaron a la leyes. Aquel país, región o comunidad autónoma, se llamaba Baleares. Y aquel movimiento de la mujeres que, cada 8 de marzo, salía con su maleta cargada de argumentos y pequeñas victorias,  se llamó feminismo.
Hola, pasen y vean parte de lo que contiene esa maleta. Quizá  coincidirán, o no, que resulta totalmente incompresible que exista un gobierno sin mujeres a estas alturas del siglo.  Baleares fue pionera en la lucha por el poder de las mujeres. Llega otro 8 de marzo,  quizá  hay espacio para la reflexión y para preguntarse si  aún es momento para seguir reivindicando como hace más de 30 años.    
El texto es largo y sólo se centra en cómo empezó todo esto.
Aunque al iniciarse la transición la mayoría de partidos políticos de la izquierda de las Islas crearon grupos específicos para mujeres y llevaron a sus primeros programas electorales las reivindicaciones del movimiento feminista, no fueron los partidos sino los colectivos de mujeres (y por lo que se refiere a Mallorca, la acción individual de éstas), quienes sentaron las bases de la profunda transformación que iba a producirse en todo el país y que en este 2013   todavía no se ha completado y hasta corre el riesgo de retroceder.
La Assamblea de Dones, el Colectivo Pelvis, Cotorras Alegres, el GAD, libros como el Cuaderno Feminista, revistas como Lluc, manifestaciones como las que se celebraron en Palma tras el asesinato, en 1979, de una guía turística holandesa, la apertura y posterior clausura del primer centro municipal de planificación familiar o la imposibilidad de que cuajara un partido feminista son algunas de las referencias que definen la lucha de las mujeres en Balears.
Las Naciones Unidas eligieron el año 1975 como Año Internacional de la Mujer pero en España, y en Balears, ese fue, sobre todo, el año de la muerte de Franco. Las mujeres ya habían empezado a organizarse antes pero 1975 es una referencia obligada para poner un punto de partida al feminismo.
Con anterioridad se habían constituido en las Islas dos organizaciones “de mujeres” (la Assocciació de Dones Empresarias y, a finales de los sesenta, una asociación de consumidorasNuredduna) y aunque la incipiente oposición al franquismo servía de encuentro a las mujeres más comprometidas, sólo después de la muerte del dictador se celebraron dos encuentros decisivos: las primeras Jornadas Feministas de Madrid y , en Barcelona, las Jornadas Catalanes de la Dona. Consecuencia de ambas reuniones fue la creación en Palma de la Associació de Dones de Mallorca.
Aunque la sociedad de Baleares, especialmente la de Mallorca es básicamente matriarcal (un dato que siempre se ha utilizado como coartada por parte de la población masculina) , lo cierto es que el año de la muerte de Franco, la realidad insular no se diferenciaba demasiado de la que podía vivirse en otras provincias españolas.
Un informe del gabinete de estudios sociológicos Gadeso, publicado en 1975 y citado por Esperanza Bosch, (Historia de les Dones als Països Catalans) constataba que para un 56% de las mujeres su papel más relevante era casarse y ser una buena madre de familia.
Este era el punto de partida de un movimiento, el movimiento feminista que aun antes de nacer como tal, tuvo que enfrentarse a dos situaciones contrapuestas: de un lado, el inmovilismo de la derecha y, de otro, las dudas de la propia izquierda. ¿Era más importante conseguir la democracia y que se celebraran elecciones o había que ocuparse primero de liberar a la mujer?
La Associació de Dones de Mallorca, a la que se sumaron mujeres de todos los partidos de izquierda, además de sindicalistas, empresarias y profesionales de diversos ámbitos, sirvió ya para afrontar este primer debate.
En ese foro, y a la vez que se discutía su posicionamiento “como mujeres” ante cualquier tipo de movilización de la época, se abordaron todos los puntos de vista y se armaron discursos y estrategias para abordar los retos más urgentes: divorcio, aborto, liberalización sexual, salud y organización política.
Al igual que sucedió en otros puntos del Estado, la propuesta de unificar todo el programa feminista en un solo partido, según el modelo de Lidia Falcón, no llegó a cuajar en las Islas. Unas optaron por la militancia en partidos y otras orientaron su causa a la salud y a la planificación familiar. Todo iba muy deprisa e incluso años después puede sorprender la intensidad de las discusiones e incluso las propuestas para darse a conocer.
Pese a que todos los partidos y después los sindicatos, se apresuraron a formar grupos de mujeres, “las feministas” consiguieron su proyección pública al margen de los partidos, incluso provocándoles. Hay dos ejemplos significativos: el Colectivo Pelvis y Las Cotorras Alegres. No se puede abordar el feminismo de la transición, sin estos dos referentes.
El Moviment Feminista Independent, escisión de otro grupo feminista, es más conocido por el nombre que adoptó su publicación, Las Cotorras Alegres. Estaba promovido entre otras por Teresa Mayol, Dolores Montero y, básicamente, por Teresa Nieto, vinculada a la lucha sindical y que llegó a reunir a 18 mujeres en permanente activismo, entre ellas “tres madres solteras”, según explicaba ella misma en la prensa de la época. “El opresor es el sistema capitalista”, “todos los partidos tienen en este momento un carácter machista”, se explicaba desde una publicación en la que la libertad sexual se presentaba como una necesidad inmediata.
Los dos grupos, el que editaba Las Cotorras Alegres y el otro grupo que surgió casi simultáneamente, el Colectivo Pelvis (que en principio iba a llamarse Colectivo Clítoris) mantenían propuestas divergentes aunque cuando cerró la publicación de Las Cotorras Alegres hubo muestras de solidaridad.
En el origen de Pelvis estaba la mano de Leonor Taboada, periodista argentina experta en salud, que llegó a España en 1973 y que tras pasar por Barcelona y Madrid, se instaló definitivamente en Mallorca, para convertirse en una de las figuras fundamentales del feminismo, no sólo de las Islas sino , en general, de toda España.    
Autora del Cuaderno Feminista (1978), había colaborado en Estados Unidos con el Colectivo de Mujeres de Boston, encargándose de la edición para la población hispanohablante, y luego de la versión para España, de la que se considera “Biblia del feminismo”, el libro “Our Bodiesour selves” , en castellano “Nuestros Cuerpos, nuestros Vidas”.
Taboada,; la galerista y activista política, Nini Quetglas; la ginecóloga (en la época, estudiante de medicina) Jimena Jiménez, y la terapeuta Malén Cirerol fundaron el Colectivo Pelvis en 1976, en plena ebullición política y de demanda de nuevos espacios de comunicación. Este colectivo, que años después se reconvirtió en la Associació de Dones per a la Salut y más tarde en la Asociación de Mujeres para la Salud (de ámbito estatal) , puso las bases de lo que luego fue la planificación familiar y la atención integral de las mujeres.
Su primeras reuniones se celebraban en domicilios particulares y el modo de contactar con ellas era el boca a oreja. Mujeres de diferentes estratos sociales acudían a las reuniones en las que, por ejemplo, se enseñaba a las mujeres a observar su vagina con un espéculo y se facilitaba orientación sexual y médica. En el activismo de Pelvis, que no se limitaba sólo a Balears (dieron conferencias por todo el país), y en su modo de actuar está el origen de los centros de planificación que se pusieron en marcha cuando los socialistas llegaron al poder municipal (1979).
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Las feministas del Grupo Pelvis habían irrumpido en la primera campaña electoral, la de 1977, como una opción al margen de los partidos. De hecho, “las pelvis”, que es como se autodenominaban, estuvieron presentes en todos los grandes mítines que se celebraron en la capital balear.. Acudieron a los actos públicos de Fraga, de Carrillo, de González y de Tierno Galván y en todos exhibían su pancarta: “las mujeres no tienen partido”, lo que provocaba cierta incomodidad de las “políticas” nucleadas en torno al PCE y los partidos de su izquierda. En 1978 se constituye el Grup d’Allliberament de la Dona (GAD), vinculado e impulsado en su nacimiento, por el Moviment Comunista de les Illes, y luego la Asamblea de Dones.
El feminismo tenía mucho de provocación. Las mujeres vetaban la presencia de los hombres, incluso de su compañeros de partido, que esperaban en la puerta. Las mujeres más comprometidas de esas organizaciones políticas también volvieron sus ojos a las formas de actuar de “las radicales” y con el tiempo se tejieron lazos de complicidad.
En general, con la excepción de la antes citada profesora universitaria Esperanza Bosch,    pocas mujeres han contado por escrito la historia del feminismo en Baleares que, casi siempre, queda como nota a pie de página en los libros de historia.
Ninguna novedad si se tienen en cuenta que eso mismo ocurría, salvo excepciones, con los medios de comunicación. Dejaban poco espacio para las reivindicaciones de las mujeres y cuando lo hacían, era como si estuviesen observando fenómenos paranormales.
Las referencias para seguir el activismo feminista balear en la época de la transición (al margen de reseñas ocasionales en publicaciones como Vindicación Feminista) son escasas.
Hay que mencionar a las revistas Cort y Lluc (que en el 78 editó un monográfico titulado “La dona; de la submisió a la lluita”); a un programa radiofónico –hoy inimaginable, según sus protagonistas- gestionado por el Colectivo Pelvis en Radio Mallorca, en que las mujeres contaban a micrófono abierto sus experiencias sexuales y se respondían a diversas consultas, entre otras de planificación familiar y , en tercer lugar, dos iniciativas novedosas del diario Ultima Hora de Palma.
Este diario fue el primero que brindó una sección semanal al Colectivo Pelvis y en ella se publicaron artículos como el titulado “El Orgasmo Femenino”, que generaron gran polémica. También hizo un seguimiento específico de las mujeres en las campañas electorales de 1977 y 1979. La periodista Gina Garcíascomprometida con la izquierda y el feminismo, entrevistó a todas las candidatas, a las esposas de los candidatos y a las líderes del movimiento de mujeres.
Desde sus orígenes, la lucha contra los malos tratos a las mujeres fue otro de los objetivos del feminismo. La primera referencia que dan los medios de comunicación isleños de una concentración feminista para protestar contra el asesinato de una mujer es del 6 de febrero de 1979.
Días atrás, una guía turística que vivía en S´Arenal (la playa de Palma), había aparecido muerta. Tenía 25 años, se llamaba Cornelia Magdalena Arends y, según la descripción, de la que no se ahorraban detalles, “tenía muy cerca del corazón un cuchillo clavado hasta la empuñadura. Su cuerpo estaba desnudo, atado sobre la cama, con huellas de agresión en la cara, nuca y muslos. Las piernas mostraban huellas de haber sido atadas”.
La noche del 5 de febrero, unas 300 personas, en su mayoría mujeres, recorrieron en manifestación el trayecto que separa la Paza de Cort, donde se ubica el Ayuntamiento de la capital balear y la Plaza de España, el centro neurálgico de todas las manifestaciones en aquella época y aún ahora. La convocatoria partió del GAD y se desplegaron varias pancartas, entre ellas una con el lema “no somos vaginas, somos personas”. A la convocatoria se sumaron los partidos de izquierda, el Front d’ Alliberament Gay de les Illes Balears (Fagi) y el Colectivo Pelvis. “Estamos reunidas aquí para dejar constancia de que no nos resignamos” se leyó aquella noche entre velas en una escenografía como la que años después,  seguiría reuniendo a las concentraciones en contra de los malos tratos a las mujeres y de la violencia de género. En aquella primera concentración se quemaron, además, ejemplares de la revista Interviú.
La manifestación de mujeres que más seguimiento ha tenido en Palma llegó años después y se dirigió “contra la izquierda”, concretamente contra el ayuntamiento socialista de la capital balear que en noviembre de 1985 decidió clausurar el centro de planificación familiar que había inaugurado cuatro años antes.
Después de las elecciones municipales de 1979, el consistorio había abierto un centro de “planning”, según el modelo de actuación presentado por la ginecóloga Reyes López y que recogía el concepto de salud y autoconocimiento de las feministas de Boston que adoptó en España el Colectivo Pelvis.
El “planning” figura en la memoria colectiva del feminismo de Mallorca que lo considera una revolución en la salud de las mujeres. Una dura campaña de la derecha conservadora (“las casas de putas ya tienen competencia”, llegó a escribirse en un periódico cuando se creó el centro) y enfrentamientos entre las concesionarias y el equipo de gobierno, que quería traspasar la gestión al Insalud para incluir la planificación en las consultas normales de ginecología de los centros de salud, terminaron con una decreto de cierre. Palma acogió una gran manifestación y el caso se arrastró durante años por los tribunales. La abogada Cristina Almeida llevó en nombre de las feministas la última fase del proceso.
Y llegamos hasta aquí, ante un nuevo Día de la Mujer. Y aún sigue habiendo gente que se pregunta por el sentido del 8 de marzo. Y sigue habiendo gente a la que le parece una tontería que ninguna mujer se siente alrededor de la mesa que cada viernes reúne al Consell de Govern de las Islas Baleares. También, el viernes 8 de marzo de 2013.